Julián Díez González:"somos compañeros del pueblo, compartimos el pan, la lucha, nos convertimos en hermanos"

Centra su labor en Yurimaguas, en la Amazonia, donde peligra el modo de vida indígena.

Julián Díez, en la selva peruana, donde trabaja con diferentes poblaciones.
Julián Díez González:"somos compañeros del pueblo, compartimos el pan, la lucha, nos convertimos en hermanos"
J.D.G.

Habla desde Yurimaguas, en el corazón de la Amazonia peruana, donde los Pasionistas llegaron hace 102 años. Julián Díez González lleva ya dos décadas como misionero en tierras de Centro América:en Honduras, Guatemala, El Salvador, y define la Amazonia como "rica en culturas y en carismas, pero que desde los tiempos de la Colonia española ha sido y es una zona golpeada y saqueada por los recursos naturales". Díez pertenece a la Congregación Pasionista "y pro su carisma misionero salí destinado a Honduras en el año 1992. Desde entonces he comprobado lo diverso que puede ser nuestro trabajo, la realidad social y religiosa nos permite eso, ser mosioneros, catequistas, animadores y trabajadores en todos los ámbitos que las necesidades sociales nos brindan.

Nuestro andar se sitúa en el propio andar del pueblo y en lo posible somos compañeros porque compartimos el pan, la lucha, la tortilla de estos pueblos, hanciéndonos más pueblos en este andar, como hermanos".


Para Díez, "ser misionero es duro, pero también gratificante. Un ‘gracias’ que recibes justifica las dificultades que día a día se encuentran. Para mí, como persona todo esto supone vivir con muchas sorpresas, y a la vez con mucha alegría. Nos forja un carácter y a la vez un estilo de ser. Nunca resulta un trabajo monótono, porque cada jornada es nueva". Y cuando se presentan las dificultades, los miedos y el peligro Díez los echa a un lado, "porque no se puede vivir a ratos o a medias, hay que vivir a tope. De esta forma todo es más fácil. Ser voz de los ‘sin voz’ supone un riesgo. Asumir sus causas, también, porque uno podría muy tranquilamente estar en otros lugares o mirar para otro lado. Pero nosotros anunciamos la buena noticia de Jesucristo, y compartimos así todas las dolencias presentes en los conflictos populares, en lucha por alcanzar la justicia y la paz".


Riqueza en peligro


Desde 1913, los pasionistas recorren los poblados de la selva. Cien años en los que ya se recogen los frutos, porque gracias a su dura labor se ha creado una red de escuelas, hospitales y carpinterías. Actualmente, tienen como proyecto prioritario ampliar la producción agropecuaria y construir 250 viviendas. Centran centran su labor en la zona rural de Yurimaguas, "en la parroquia itinerante de Jesús Buena Noticia, a lo largo del río Huallaga, atendemos a 42 comunidades. Es un territorio grande, abarca cerca de 70.000 kilómetros cuadrados, con una población de 210.000 habitantes. Y es un pueblo publicultural: parte del territorio está poblado de comunidades indígenas-nativas, como los Shawi, Aguaruna, Huambisa, Shapra, Achuar, Candoshí, Quechua-Inga... En toda la región se constata una gran riqueza cultural indígena, pero con la llegada de la ‘civilización’ en muchas comunidades hay una pérdida de valores ancestrales". Visitan esos pequeños pueblos, se preocupan de la educación de los más pequeños a través de escuelas, parroquias... Diez establece un paralelismo entre esos pueblos amazónicos y los misioneros del lugar, "porque nosotros somos también una iglesia rica en culturas pero al mismo tiempo somos una iglesia económicamente pobre. Y, últimamente, muy golpeada y perseguida. Pero vamos caminando, porque tenemos siempre presente que nuestra misión es caminar con el pueblo".