Lisch endulza el trámite
Con el CAI ya clasificado, el base decide con un triple estratosférico.
El Bamberg tuvo opción hasta el final
En contra de las previsiones, no hubo bostezos en el cierre del primer tramo de la Eurocup. Pese a que el objetivo clasificatorio se atrapó con brillantez hace una semana en Bolonia ante el Reggio Emilia, el CAI Zaragoza apeló a su vergüenza torera en los últimos 40 minutos de la primera fase. Hubo gotitas de arte, bastante valor para soportar la leña que repartieron los pivotes germanos, paciencia para aguantar un arbitraje impresentable, y pericia para decidir un final igualado. Como ven, no se puede hablar de aburrimiento pese a la intrascendencia del careo.
Los alemanes parecían desorientados incluso antes de saltar a la pista. Ni escucharon la relación nominal del speaker David García en la presentación. Los jugadores del Brose Bamberg estaban haciendo corro, danzando un baile desconocido por estas tierras. Menos mal que su técnico, el italiano Andrea Trinchieri, chapurrea algo de español y les dijo a sus jugadores que había que comenzar a desfilar cuando por el altavoz se escuchaba el nombre de Daniel Schidt. Los anteriores (el grandote Bagaric, Thompson, Tadda, Theis y Wanamaker) ¡ni se enteraron de que los estaban presentando!
La modorra le duró un buen rato al Brose Bamberg, que en el primer cuarto solo buscó al gigante Dalibor Bagaric y no encontró ni a Bagaric ni a nadie. El CAI gobernaba el partido y el marcador sin necesidad de esforzarse. Con el talento de los jugadores de Joaquín Ruiz bastaba y sobraba para mandar con holgura. Los alemanes zurraban y los españoles jugaban. Tuvieron que transcurrir seis minutos para que el CAI cometiera su primera falta. Fue en ataque, obra de Llompart. La segunda, señalada a Jelovac, también fue en ataque. Lo dicho, el CAI no pegaba ni sellos en defensa. Solo con el inicial eficacia de Norel y la total eficacia de Jelovac se permitió llegar a la primera meta volante con varias ruedas de ventaja sobre el rival (21-14, minuto 10). En un partido tan plácido, solo la lesión de Goulding, que se torció el tobillo derecho, hacía fruncir el ceño en el horizonte del CAI Zaragoza.
No cambió el percal en el segundo acto. Andrea Trinchieri lucía una gafas chic bien guapas, pero el técnico italiano no veía el partido: el juego del Brose seguía pivotando sobre un madero muy grande, sobre una estaca que no sabe
leer el baloncesto, como era Bagaric.
El CAI Zaragoza no necesitaba acelerar. Simplemente tenía que mover y esperar a que Bagaric hiciera falta en ataque o a que los tiradores alemanes fallaran uno tras otro desde la línea de tres puntos. Al descanso, el encuentro parecía ganado: 37-31.
El público incluso silbó a su equipo, evidencia de que en Zaragoza no hay partidos ni minutos de la basura. El CAI se puso las pilas. En un santiamén se metió de nuevo en el partido con dos triples de Robinson (notable comparecencia la suya ayer) y Lisch. Los alemanes también dijeron presente. Así, en una interesantísima dinámica de acción y reacción, transcurrió un último cuarto muy emocionante, resuelto por un canastón estratosférico de Lisch. Sí, hoy es el momento de pensar en el Last 32, en los rivales (Virtus Roma, Volvogrado y probablemente Cedivita Zagreb). Pero ayer, el Brose Bamberg y el CAI no aburrieron en los partidos que suelen ser aburridos, los de trámite. Unos, otros y Lisch lo edulcoraron en la despedida de la primera fase.