Casilda Manzana, maestra de Tolva

Sostenía en ‘Las mujeres de mañana’ que la educación de la mujer era el problema de más atractivo para todo amante del progreso moral.

Casilda Manzana, maestra de Tolva
Casilda Manzana, maestra de Tolva

Casilda Manzana Lleida nació casualmente en Carcassonne (Francia), donde sus padres habían acudido a vendimiar, el 17 de mayo de 1888. En septiembre de 1904 comenzó los estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Maestros de Huesca y en marzo de 1907 tomó posesión de la escuela de Fosado. De allí se trasladaría en los años siguientes a Benabarre, Luzás y Fet, todas en la provincia de Huesca, hasta que en 1915 obtuvo destino en Batea (Tarragona). Su aspiración era trabajar en Tolva, su pueblo, y vivir cerca de su familia. Consiguió su propósito en 1917 y en Tolva coincidió con el maestro Gregorio Lax con quien publicó un folleto titulado ‘Diálogos y cantos para la fiesta del árbol’ (Huesca, Editorial Vicente Campo, 1925). En junio de 1934 participó en la Misión Pedagógica que tuvo lugar en Benabarre. En septiembre de ese mismo año obtuvo destino en Lérida. Las carencias y calamidades de la Guerra Civil la dejaron en un estado de debilidad crónico del que no se recuperaría. Por esta razón solicitó la jubilación en 1944, se retiró en Tolva y allí murió, en 1954, a la edad de 66 años. Uno de los primeros días del otoño de 2009 viajé a Tolva y conocí a Josefa Solana Sorigué, una de las niñas que posan junto a Casilda Manzana en la fotografía que encabeza estas líneas. Tenía noventa años y su rostro se iluminaba al recordar que su maestra inventaba cuentos y canciones para ellas. Me contó que doña Casilda era cariñosa, se preocupaba por todas las niñas y tenía el extraordinario don de saber escuchar y de dar prudentes consejos.


La educación de la mujer


En 1927 Casilda Manzana escribió ‘Las mujeres de mañana’ (Huesca, Imprenta Viuda de Justo Martínez, 1927 y Museo Pedagógico de Aragón, 2009), un libro de lecturas para niñas moderno, raro en el contexto de finales de los años veinte del pasado siglo, sorprendente por tener como protagonistas y destinatarias de la narración a las mujeres, a las niñas de la escuela, revolucionario por estar escrito por una maestra aragonesa cuando no era frecuente que las mujeres participaran en asuntos públicos o se significaran socialmente.


La preocupación de Casilda Manzana por la educación de la mujer no empieza ni termina con este libro. En 1919 participó en las conferencias organizadas por la Asociación del Magisterio del Partido de Benabarre presentando una ponencia sobre ‘Educación de la mujer’. No en vano sostenía en ‘Las mujeres de mañana’ que la educación de la mujer era el problema de más atractivo para todo amante del progreso moral. Por eso Casilda Manzana pronunció varias conferencias que tuvieron a la mujer como tema central.


Afortunadamente, ‘Las mujeres de mañana’ es el reflejo de un modo de entender el lugar de la mujer en el mundo y en la familia que ya hemos superado. Reconforta leer cómo ha progresado la sociedad y que el hoy y el mañana de las niñas que asisten a la escuela sea infinitamente más prometedor que hace ochenta años.