Don Diablo...

La existencia del demonio y su presencia sigue siendo un tema tabú del que apenas se habla en la Iglesia, pero que sigue muy presente en ella. Uno de los más activos exorcistas fue el aragonés Fortea.

José Antonio Fortea Cucurull, de Barbastro, fue durante años el exorcista más conocido de España.
Don Diablo...

Cuando preguntas a José Antonio Fortea Cucurull (Barbastro, Huesca, 1968) si existe el diablo su respuesta es contundente: "Sí". José Antonio es sacerdote y teólogo especializado en demonología. Durante años ha sido el más popular de los exorcistas españoles, aunque se retiró de ello hace 5 años cuando fue a Roma a hacer el doctorado en Teología, "porque consideré que debía dedicarme a la escritura para la Iglesia", dice, por lo que ahora no habla sobre esas prácticas que, según explica en sus memorias, inició un poco a regañadientes, después de que le llamase por teléfono una mujer presuntamente poseída: "Sabía muy bien que no había ningún exorcista en España. O la recibía yo y trataba de discernir su caso, o debía decirle que se fuera a ver al exorcista más cercano, a 2.066 kilómetros exactamente", explicaba.


En nuestros país existen unos 15 exorcistas que mantienen su actividad, como acabamos de conocer con el sobrecojedor caso de la menor burgalesa que fue sometida a trece exorcismos en los últimos años. Un caso, además, marcado por la cuestionable percepción de los familiares respecto a la situación física y mental de la joven, que padecía anorexia. Lo habitual, según estos sacerdotes, no son las posesiones –casos especialmente graves y llamativos en su manifestación externa– que son inusuales, porque el grueso de su tarea se centra en lo que denominan influencias demoniacas, alteraciones de la vida y la personalidad supuestamente provocadas por maleficios. El nombramiento de los exorcistas corresponde a los obispos, que deben elegir a sacerdotes dotados de "piedad, ciencia, prudencia e integridad de vida", pero durante mucho tiempo esa tarea de las diócesis había caído en el olvido.


La existencia o no del diablo y su presencia o no en nuestras vidas es una cuestión que levanta, cuanto menos, recelos en la sociedad en general pero pocas dudas en la Iglesia católica. El papa Francisco advertía hace pocas semanas que "a esta generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito, una figura, una idea, la idea del mal... ¡Pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra él! ¡Lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios, aunque no estemos muy convencidos de ello!", según recoge el periodista Carlos Benito, quien recuerda que Juan Pablo II administró exorcismos al menos en tres ocasiones siendo pontífice, y en abril del próximo año el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum albergará el décimo Curso de Exorcismo y Oraciones de Liberación, con un programa que "explora las implicaciones teóricas y prácticas de este ministerio".


"Deamoniacum"


Para José Antonio Fortea tampoco hay dudas sobre su existencia y asegura que "el Evangelio es claro. El diablo aparece desde el comienzo de la vida pública de Jesús" y cualquier discusión respecto a su existencia no tiene nada que ver "con una idea más o menos tradicional o integrista de la Iglesia, porque yo escuché a Helder Cámara (obispo brasileño, defensor de los derechos humanos y figura de la teología de la liberación) hablar sobre el demonio y su acción y me quedé sorprendido porque me esperaba otra cosa. Fue inequívoco con su existencia. Además, mi visión tradicional de las cosas acaba en la sotana, que es la prenda que llevo". Fortea no cree tampoco que su figura esté relacionada con una idea o imagen tremendista del mensaje de la Iglesia, y hace años que dice que "que exista o no, no es ni tradicionalista ni progresista porque en el mundo hay muchos indicios de su existencia, hasta para los no creyentes".


Fortea pertenece al presbiterio de la diócesis de Alcalá de Henares (Madrid), y ya en 1998 defendió su tesis de licenciatura ‘El exorcismo en la época actual’, dirigida entonces por el secretario de la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino. Siempre cuenta que el tema lo eligieron sus superiores y que el resultado de sus investigaciones fue publicado bajo el título ‘Daemoniacum’. Para preparar esta investigación, realizó un estudio exhaustivo en la biblioteca del Congreso en Washington y asistió a exorcismos, analizando también puntos de vista opuestos al tradicional católico. Después, comenzó a atender casos relativos a problemas considerados como de tipo demoníaco. Años después, y con mayor experiencia, publicó ‘Summa Daemoniaca’, donde aborda la demonología desde el punto de vista católico (la posesión diabólica, el exorcismo...), un tratado de demonología y un manual de exorcistas. Le siguió un suplemento titulado ‘Exorcística’, con nuevos aportes teóricos y casos prácticos.


Desde que decidió abandonar el exorcismo, se ha centrado en la escritura, "porque siempre me ha apasionado la literatura", ha escrito una decena de libros y el último, ‘Historia del mundo angélico’, surge de su deseo de trasformar en narración lo que en principio era pura teología. "Narra, indica, la creación, la prueba y caída de los ángeles. Se trata de un ejercicio literario, pero tras diecisiete años especializado en el campo teológico de los demonios".


En sus memorias, reconoce que hasta su adolescencia la Iglesia era para él poco importante, el concepto del pecado le parecía anacrónico y asemejaba la historia de la Iglesia a la mitología griega, aunque menos interesante. Hijo único, dice que su proyecto de vida era estudiar Derecho y ponerse al frente del negocio familiar en Barbastro, la empresa de mieles ‘Fortea’. Sin embargo, todo cambió a los 15 años y, según sus propias palabras, comprendió "que era un pecador y que el camino de salvación era la Iglesia" y así consideró este cambio como una gracia de Dios.