DEPENDENCIA

Miedo a las residencias de ancianos

La gran mayoría de los estudios sociológicos señalan que las personas mayores prefieren vivir en su entorno habitual antes que ingresar en un centro.

Un anciano en un residencia.
Miedo a las residencias de ancianos
ESTHER CASAS

España será el país más envejecido del mundo en el año 2050 según publica un reciente informe del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que señala que el 40% de la población estará por encima de los 60 años.


Actualmente el 19% de los aragoneses tienen más de 65 años: en total son 266.080 personas. Esto supone dos puntos por encima de media nacional.


Según los expertos, las personas mayores prefieren vivir en su entorno y tiene reparos, en ocasiones «temor», a acabar en una residencia. Ese «temor» viene dado por «el miedo al abandono familiar» o a la incertidumbre que genera el «no saber qué se va a encontrar en un centro», explica Pura Díaz Veigas, psicóloga e investigadora de la Fundación Instituto Gerontológico Matia (INGEMA) que forma parte del Grupo de Investigación en Envejecimiento del CSIC. «Con los años, las personas perdemos capacidades emocionales y recursos sociales que nos generan miedo e inseguridad» ante lo desconocido, remarca Díaz.


En esta misma línea responde Antonio Burgueño, médico y asesor de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA). «A los ancianos no les gusta entrar en una residencia» por que supone una «institucionalización de la persona», afirma. Someterse a una «disciplina y rutina diaria diferentes a las que hace uno en su propia casa» supone «una pérdida de la libertad de decisión y de movimientos», subraya.


En Aragón hay cerca de 19.000 plazas para personas mayores en residencias de ancianos y centros de día entre oferta pública y privada con una buena calidad según un estudio que publicado por la revista ‘Consumer’. La residencia suele ser el último recurso

«Los mayores prefieren quedarse en su entorno, pero sí es cierto que hay un grupo que decide acudir a una residencia» porque «no tienen los apoyos necesarios», señala la investigadora del INGEMA. Díaz Veigas explica que la persona «debe ser consciente» si se siente «inseguro en casa» y ver la residencia como un «recurso y apoyo para vivir».


«Una centro de mayores no es algo a lo que haya que acudir con temor», explica Díaz, quien señala que en muchas instalaciones se organiza un periodo de adaptación con un protocolo para facilitar la adaptación y que el usuario conozca el sitio, a los profesionales y a la gente de su nuevo entorno. «Lo más importante es el apoyo de los profesionales y la familia para combatir ese miedo», destaca la psicóloga.


Sin embargo Burgueño, señala que en la gran mayoría de los casos la decisión de ingresar a las personas mayores es tomada en última instancia, «estirando muchas veces el estar en casa en unas condiciones insostenibles» y, «un poco a la desesperada», se recurre a la residencia.


Este proceso de «aguantar» a los ancianos en su hogar, en ocasiones con alteraciones de conducta, «puede quemar» durante «el cuidado continuo» y producir «un cierto desarraigo o desvinculación» entre la persona y su familia, explica Antonio Burgueño.

Falta de trato afectivo

«Si medimos la calidad de nuestro centros en términos de resultados, es muy mejorable», por que no cumplen las necesidades afectivas que demandan los usuarios y «son las principales que se deben cubrir», critica el asesor del CEOMA.  «El riesgo de deshumanización es más grande en una residencia» por que se ha decidido «tecnificar la atención» restando importancia a las relaciones afectivas, apuntan desde la organización de mayores.


En los centros españoles «no se piensa tanto en la persona como en realizar una serie de tareas sistemáticas y jerarquizadas que los profesionales aprenden y realizan diariamente» pero que, luego, «no se traducen en una mayor calidad de vida de los verdaderos protagonistas», señala Burgueño. El asesor comenta que «hay que mejorar en términos modelos organizativos» puesto que países de nuestro entorno responden mejor trabajando con pequeños grupos de mayores que restan «institucionalización» en el trato personal.