IGLESIA

El Vaticano veta a un embajador gay

La Iglesia pide compasión por los homosexuales y ninguna discriminación, pero la ejerce no sólo en el seminario, sino incluso en la diplomacia. Benedicto XVI puso cara de póquer en Francia el mes pasado cuando le recibió un presidente casado por tercera vez con una modelo con largo currículum de aventuras y que luego le presentó, por ejemplo, a una ministra musulmana soltera y embarazada de padre desconocido. Francia es, por título histórico, 'Hija predilecta de la Iglesia' y quizá hace lo que quiere, pero en casa, en el Estado teocrático de la Santa Sede, las reglas las pone el Papa. Por eso el Vaticano ha estado casi un año rechazando los candidatos de Francia a embajador ante la Santa Sede. Porque eran divorciados que se habían vuelto a casar, falta que la Iglesia castiga con la prohibición de comunión, o protestantes o, como en el caso más sonado, un homosexual.


La consecuencia ha sido un vacío diplomático poco habitual que sólo se ha resuelto este mes. Al final el elegido, con todas las bendiciones, ha sido el embajador en Moscú, Stanislas Lefebvre de Laboulaye.


El caso que destapó este bloqueo en la legación francesa fue el del último nombre propuesto desde París, un ex embajador de un país del Este, joven y que actualmente es un alto cargo en el ministerio de Asuntos Exteriores. Sin embargo, a los ojos de la Santa Sede pesaba más que fuera un homosexual declarado, unido por un pacto civil a su pareja y que lleva incluso el apellido de él.


Muy herido

El Vaticano, según varios medios, comunicó que no le daría el visto bueno y era mejor no presentarlo. Según el 'Corriere della Sera', el interesado se sintió muy herido por la negativa, pues es católico practicante.


El roce llegó, paradójicamente, en un momento de buena relación entre ambos estados, tras la visita del Papa a Francia. Pero ya en el viaje fue flagrante que la compañía oficial del pontífice de parte francesa fuera un secretario de la embajada. La plaza quedó vacante en diciembre de 2007 cuando falleció el último embajador, Bernard Kessedjian. El primer nombre barajado fue el historiador Max Gallo, ex comunista reciclado con Sarkozy, pero declinó la oferta por su edad. Después se pensó en el escritor Denis Tillinac, católico, pero su candidatura se frenó porque era un divorciado casado por segunda vez. Según 'La Repubblica', otro aspirante fue descartado por protestante.


Argentina ha vivido un problema similar este año, con el veto de la Santa Sede a su candidato a embajador, el ex ministro de Justicia Alberto Iribarne, por ser divorciado. Al final, tras nueve meses de rencillas, Buenos Aires desistió y cambió el aspirante.


Fue aprobado hace un mes. Gran Bretaña protagonizó otro incidente diplomático, con más mala idea, en 2005: dado su desinterés por el cargo de embajador ante la Santa Sede, no sólo cerró la sede oficial y la trasladó al edificio de la legación ante Italia, sino que el Gobierno de Londres puso un anuncio en 'The Economist' que ofrecía el puesto. Prometía un sueldo modesto, de 60.400 libras, pero "residencia completamente amueblada". Advertía, no obstante, que se debería asistir a "un gran número de ceremonias religiosas".