PATRIMONIO

El Santo Grial llegó a Huesca hace 1.750 años

Valencia celebra el aniversario con un congreso en el que se explicará el exhaustivo estudio del cáliz que hizo Antonio Beltrán-

El Santo Grial que se guarda en la catedral de Valencia, el cáliz con más posibilidades de ser el que utilizó Jesucristo en la última cena, llegó supuestamente a Huesca en el año 258 gracias a la intercesión de fSan Lorenzo, según sostiene la tradición y corroboran los mejores investigadores en la materia. Por lo tanto, se cumplen 1.750 años de la llegada del vaso de ágata cornalina a España.


Este aniversario, que ha pasado inadvertido en la comunidad aragonesa, se conmemora con cierta pomposidad en Valencia, donde llegó la reliquia en 1416 por pertenecer a la Corona de Aragón. Allí la envió el rey Alfonso V de Aragón, después de que el cáliz pasara por el palacio real de la Aljafería de Zaragoza.


El I Congreso Internacional sobre el Santo Cáliz, que se celebrará del 7 al 9 de noviembre con el título de 'Valencia, la ciudad del Santo Grial', abordará la historia de la reliquia que guarda en su catedral. Su arzobispado encabeza la organización de los actos.


Entre los ponentes figura Manuel Martín-Bueno, catedrático de Arqueología, Epigrafía y Numismática de la Universidad de Zaragoza. Los organizadores lo han llamado en su calidad de sucesor en la cátedra de Antonio Beltrán Martínez (Sariñena, 1916-Zaragoza, 2006), autor del más exhaustivo estudio arqueológico -el primero y único serio- del Santo Grial que se guarda en Valencia.


El profesor Beltrán analizó en 1960 en Valencia pormenorizadamente el Santo Grial que llegó a Huesca, y concluyó que está formado por tres partes distintas, todas ellas de diferente época, y que "no existe evidencia alguna contra la posibilidad de que esta copa pueda haber sido utilizada por Jesucristo en la Última Cena".


Según su estudio, titulado 'El Santo Cáliz de la última cena', la copa superior de ágata se remonta a la época comprendida entre el siglo IV antes de C. y el I de nuestra Era, y fue labrada en un taller oriental de Egipto, de Siria o de la propia Palestina, por lo que "pudo estar en la mesa de la Santa Cena" y "pudo ser la que Jesucristo utilizó para beber, para consagrar o para ambas cosas".


Antonio Beltrán añadía en sus conclusiones que la Arqueología "no solamente no prueba lo contrario ni censura la substancia de la tradición sobre el Santo Cáliz, sino que apoya y confirma terminantemente la autenticidad histórica".


Técnicas sofisticadas


El catedrático Martín-Bueno, al ser invitado a acudir a Valencia, trató de arrojar alguna luz más a la investigación de Antonio Beltrán utilizando las sofisticadas técnicas de trabajo actuales, pero se ha encontrado con dificultades. La primera, la propia materia de la copa superior o verdadero vaso de la última cena. Según explica, al tratarse de una pieza de ágata, es decir, una roca y por tanto, no una materia orgánica, difícilmente puede hacerse otra cosa que no sea la datación de la piedra, que no sirve de nada para el asunto que nos ocupa porque saber el origen del mineral no revela si pudo usarse o no hace 2.000 años. Lo que se podía hacer ya lo investigó Beltrán, como la tipología, la técnica de trabajo empleada para tallarlo, la zona de distribución de este tipo de vasos, el estudio comparativo de otras piezas similares para saber en qué época se usaban con esas características, en definitiva, su contexto arqueológico.


No obstante, Martín-Bueno barajó la posibilidad de aplicar algunas técnicas como el difractograma o la fluorescencica de rayos X por energía dispersa, que permite el muestreo rápido, versátil y no destructivo de una pieza para reconocer un gran número de elementos químicos. Para ello, era preciso trasladar el cáliz al lugar donde se hallan este tipo de aparatos, que no son portátiles, y desmontar las tres piezas que componen el Santo Grial. Al escuchar el arzobispado de Valencia la petición del catedrático de la Universidad de Zaragoza, la respuesta fue un 'no' rotundo, tanto al traslado como a la manipulación de la reliquia.


Así que las gestiones de Martín-Bueno para estudiar la pieza con los departamentos de Química Analítica y Geología de la Universidad de Zaragoza, con el Centro Nacional de Aceleradores de Sevilla -que hubiera permitido analizar la concentración de metales pesados en la cornalina sin alterar la muestra-, e incluso con el Instituto de Ciencias de los Materiales de Valencia o el nuevo Instituto de Ciencias Ambientales de la Universidad de Zaragoza no fueron fructíferas ante la negativa a mover el Santo Grial.


Su condición de materia inorgánica también impide aplicarle técnicas como el carbono 14, el potasio argón o el plomo de uranio. Y si se tomaran muestras de lo que ha podido contener la copa, darían información únicamente acerca del último uso, no del que tuvo hace dos milenios, como apunta el catedrático de Arqueología.


Veinte hipotéticas reliquias


De esta forma, según explica Martín-Bueno, solo queda estudiar las fuentes fiables y, basándose en ellas, establecer una secuencia desde el pasado de la pieza hasta la actualidad. Misión difícil teniendo en cuenta que se trata de la reliquia que ha suscitado más leyendas medievales y una abundante literatura esotérica que siembra de dudas e incertidumbres el recorrido de la pieza. Además, en el siglo XVI ya había referencias a 20 copas que reclamaban el honor de ser la auténtica utilizada por Jesús en la última cena.


Como apunta el catedrático Martín-Bueno, "la tradición pía entra dentro de la leyenda porque, según esas referencias, tenemos al menos una decena de santos griales en el mundo", como el que presuntamente llegó a Inglaterra de manos de José de Arimatea, o el que se dice que llevó a Francia María Magdalena.


De todas las leyendas, "la más seria desde el punto de vista documental es la española", destaca Martín-Bueno. Y añade: "De entre los candidatos que existen a ser la copa de la Pasión, el Santo Grial, el de Valencia es el que tiene más números porque es el único con apoyatura documental y el que está mejor cimentado". En este sentido, recuerda que un documento de las Cortes Aragonesas habla de "una pieza fundamental que no lo es por su riqueza, sino por otros valores".


Entre los investigadores que respaldan la teoría de que el Santo Grial más creíble es el que se guarda en Valencia destaca la investigadora estadounidense Janice Bennett, periodista y doctora en Literatura Española por la Universidad de Colorado. Bennett, que también participará en el próximo congreso en Valencia, es autora del libro 'San Lorenzo y el Santo Grial', en el que hace también un repaso a las fuentes escritas que estudió Antonio Beltrán.


Bennett refrenda el exhaustivo estudio del arqueólogo zaragozano. En él, Beltrán considera que cabe dentro de la lógica que Jesús usara en la cena pascual de los judíos, primero para beber y después para consagrar e instituir la Eucaristía, un vaso de uso común que el anfitrión misterioso de la cena ofrecería. Según el estudioso, se trataría de la mejor vajilla que poseyese, y por eso encaja que fuera un vaso de piedra fina, cuyo uso a diario era poco corriente en aquel tiempo. Y deduce que, o bien Pedro u otro apóstol, o el dueño de la casa, debieron guardar el vaso, dado el trascendental acto para los cristianos que llevó a cabo con él Jesús.


El paso por Aragón



Aunque no se puede saber con certeza cómo llegó el cáliz de Jerusalén a Roma, se considera lo más probable por distintas fuentes. Después de que Lorenzo lo confiara a un amigo antes de morir para que lo mandase a Huesca, se cree que se guardó en el antiguo hogar de los padres de Lorenzo hasta el año 553, cuando pasó a la catedral oscense recién construida. En el 711, con la invasión mora, el Santo Grial pasó a los escondidos monasterios en las montañas de los Pirineos, concretamente la cueva de Yebra, San Pedro de Siresa, San Adrián de Sasabae y San Pedro de Jaca, según Bennett. En 1071 es llevado a San Juan de la Peña hasta 1399, cuando lo reclamó Martín I el Humano y fue llevado al palacio real de la Aljafería de Zaragoza.