CIENCIA

El culto al cuerpo y los problemas culturales impiden la donación de cadáveres para Ciencia

El "culto al cuerpo" y problemas de "tipo cultural" son algunos de los impedimentos para que la donación de cuerpos para la investigación y docencia en las facultades de medicina sea una práctica más extendida, a pesar de que el estudio minucioso del cadáver humano es esencial para la formación de los médicos.


Así lo ha asegurado el catedrático del Departamento de Anatomía y Embriología Humana, Francisco Soriano, quien ha señalado que frente a otros países como Reino Unido, donde las universidades de Cambridge u Oxford tienen alrededor de 200 o 300 cadáveres de donantes al año, en España "no está muy extendida" la cultura de donar el cuerpo para la investigación.


"En España no existe la mentalidad de donar el cuerpo que tienen, por ejemplo, los británicos o los nórdicos", ha afirmado Martínez Soriano, quien ha señalado que es necesario que la gente "se de cuenta de lo importante que es disponer de cuerpos, sobre todo quirúrgicamente, porque la demanda de cursos es cada vez mayor".


La Facultad de Medicina de Barcelona es una de la que más donaciones anuales recibe, un centenar, y también la de la Miguel Hernández de Elche, alrededor de 80, pero en la Facultad de Medicina de Valencia solo se reciben entre 15 y 16 cadáveres donados al año "muy pocos para la demanda actual".


Martínez Soriano ha indicado, no obstante, que en los últimos años se ha ido incrementando el número de personas interesadas en donar sus cuerpos para la ciencia una vez hayan muerto, ya que actualmente hay unas 400 personas que han solicitado la tarjeta de donantes vivos en la Facultad de Valencia.


Aunque antiguamente la Facultad se nutría de personas indigentes que no eran reclamadas, la legislación obligó a hacer autopsias a los indigentes que mueren en la calle "lo que impide que sus cadáveres sirvan para la docencia o la investigación médica".


Esto provocó un "un problema grave" respecto al número de cadáveres para ser utilizados en las universidades, y por ello la Sociedad Anatómica Española puso en marcha en 1993 un dispositivo para hacer posible la donación de cuerpos de forma voluntaria y altruista.


Según el doctor Martínez Soriano, los cadáveres ya no se usan solo para enseñar a los estudiantes de medicina o fisioterapia, sino que existe una "tremenda demanda" de cuerpos para cursos de aprendizaje y desarrollo de nuevas técnicas quirúrgicas de los profesionales médicos.

La persona que quiere donar su cuerpo al morir debe rellenar un formulario donde autoriza esta donación a la facultad y, además, lleva una tarjeta de donante en el que figuran los teléfonos de las funerarias que se harán cargo de su cuerpo cuando fallezca.


En el formulario puede concretar si quiere que su cadáver se quede en la Facultad de Medicina de su ciudad o no tiene inconveniente en que sea llevado a otra universidad, ya que existen facultades "deficitarias en cadáveres" como las castellanas o andaluzas.


Las facultades admiten la práctica totalidad de cuerpos que son donados y solo rechaza aquellos que tengan enfermedades infecto-contagiosas como el Sida o la Hepatitis, a los que se les haya hecho una autopsia, retirado órganos para trasplantes, amputado las extremidades o realizado una cirugía extensa.


Según Martínez Soriano, son más hombres que mujeres los que se deciden a donar su cuerpo para la investigación, aunque también lo hacen matrimonios de ancianos que optan por hacer la donación al considerar que una vez muertos "el cuerpo no sirve para nada y quieren que realmente sirva para algo. Eso es muy de elogiar".


A juicio del catedrático, los principales factores que impiden una mayor donación son de tipo cultural y el "culto al cuerpo", ya que se le da una importancia al cuero "que luego no tiene", y ha señalado que profundizando en culturas orientales o budistas se ha dado cuenca de que las personas "somos la mente y no el cuerpo".


Una vez el cadáver está en la universidad es utilizado durante todo el año académico y posteriormente puede ser llevado a un nicho o cementerio determinado, si así lo quiere la familia, o a una fosa común, aunque el catedrático ha indicado que otra posibilidad podría ser la incineración. La Universidad corre con todos los gastos.


Martínez Soriano ha indicado que tiene "en mente" hacer un reconocimiento institucional y público para los donantes, similar al que hace cuatro años se hizo en el País Vasco, donde se construyó un parque donde son enterrados los restos de los donantes una vez son utilizados, o en Murcia, donde frente a la facultad se instalo una escultura en homenaje al donante.