bikecrossing

El 'bookcrossing' de las bicicletas

El amor por las dos ruedas lleva a dar nueva vida a las bicis olvidadas en los trasteros y 'liberarlas' en espacios públicos.

Guillermo Gómez, responsable de la tienda-taller de Unión Bike en Alcañiz.
El 'bookcrossing' de las bicicletas
ALEJANDRO RIVERA

Los han calificado de idealistas y soñadores, pero ellos, erre que erre como buenos aragoneses, continúan sacando adelante su utópica propuesta. Se trata del 'bikecrossing', que viene a ser la versión 'bicicletera' del 'bookcrossing', esto es, liberar de forma anónima vehículos de dos ruedas en espacios públicos para que se beneficien de ellos quienes los encuentren. Sobre el sillín o el manillar de las bicis, habitualmente atadas con un cordel a árboles, bancos o farolas, se coloca un cartel indicando que están en buenas condiciones y que quien dé con ellas se las puede llevar a casa sin ningún problema.


Este fenómeno se ha empezado a extender por Bilbao, Barcelona o Madrid pero, curiosamente, donde más tirón está teniendo es en el Bajo Aragón. «Comenzamos en julio de 2009 y, hasta el momento, hemos liberado 16 bicicletas», explica Guillermo Gómez, de los talleres alcañizanos de Unión Bike, que fue uno de los visionarios de la idea. Gómez y su equipo se dedican a recopilar bicicletas viejas que duermen el sueño de los justos en los trasteros y, de forma altruista, arreglarlas, limpiarlas, engrasarlas y ponerlas a punto. «En los carteles se indica que no son robadas y que tampoco se deben utilizar para venderlas», comenta, aludiendo a las 'normas' que rigen esta moda y que pueden leerse en la web de ámbito nacional 'www.bike-crossing.org'.


 

Ocio, y no negocio

Pero, ¿y si pese a todo hay quien se la lleva para hacer negocio? «Pues, si es por necesidad, confiamos en que la venda a buen precio y que el dinero le sirva para comer cuatro o cinco días», señala Gómez, que añade bromeando que «no solo nos han llamado locos y soñadores, también nos han preguntado si estábamos 'agilipollados'». Gómez cuenta que durante un tiempo arregló bicicletas que supuestamente se iban a enviar a África y, un mal día, descubrió que algunas de ellas se estaban vendiendo. «Nosotros ponemos el primer eslabón solidario, lo que venga después ya se verá», asume.


Como, de inicio, la propuesta puede antojarse retorcida y es difícil de entender, los 'bikecrosseros' -incluso- hubieron de contactar con la Policía municipal para explicarles que se trataba de una iniciativa privada de una organización del pueblo y que cumplía con todas las 'cláusulas legales'. «El Ayuntamiento también dio su visto bueno y lo único que procuramos es dejarlas en sitios que no molesten o sean seguros», añade.


Esta iniciativa, además, también ofrece la posibilidad de seguir la pista de las bicis liberadas porque quien se 'apropie' de una de ellas puede consultar la página web y poner mensajes de cómo la ha encontrado y qué uso le está dando. Y, aunque de momento no ha habido mucho 'feedback' directo, lo que sí han conseguido los amantes del 'bikecrossing' es que algunos medios de Estados Unidos o de Canadá se hayan hecho eco de esta pequeña locura altruista.