NUTRICIÓN

Cuatro de cada 10 padres no se sientan en la mesa con los hijos ni a mediodía ni en la cena

La mayoría de estos niños comen habitualmente con la televisión encendida o con juguetes y otras distracciones.

Cada día hay una guerra en las casas en las que los niños no comen bien. Y cada batalla tiene sus víctimas. De hecho, y según el estudio que se acaba de presentar, el 66% de los padres en esta situación padecen estrés y ansiedad.


Manejar la situación no es fácil. Los gritos, los chantajes y la desesperación suelen hacer mella en esas familias. Pero, ¿dónde está el problema? En muchas ocasiones, en los padres, que no ofrecen modelos adecuados.


Entre el 30% y el 40% de los progenitores cuyos hijos se rebelan a la hora de la comida reconocen que no suelen comer ni cenar con los pequeños durante los fines de semana, y que tampoco suelen estar presentes en el momento del desayuno de su hijo. Un dato revelador es que el 63% de estos chavales comen habitualmente con la televisión encendida o con juguetes.


Los padres son imitados por los hijos, y como explica la doctora Teresa Cenarro, "si en casa el padre o la madre no comen de algo, tampoco lo va a hacer el niño".


Por otra parte, el psicólogo Luis Torres Cardona concreta que "todos los factores influyen". "Los padres no suelen tener tiempo, se dan cuenta, y a veces están dispuestos a cualquier cosa para que coman", dice Torres. Y aquí empiezan los pequeños a tener la sartén por el mango.


"Saben que van a pasar poco rato al día con ellos y no quieren que encima esa hora sea conflictiva, y les consienten que coman lo que quieran. A veces, también piensan que son muy pequeños para sufrir y deciden dejarles los malos tragos para más adelante", detalla.


Otro problema muy común es el que existe cuando los padres no se ponen de acuerdo y discuten delante del niño, promoviendo actuaciones diferentes. En estos casos, el pequeño nota que podrá salirse con la suya fácilmente y todo se descontrola aún más.


Tres palabras mágicas


Entonces, ¿cómo ser padre de un niño mal comedor y no morir en el intento? Este psicólogo lo tiene claro, con tres palabras mágicas: hay que ser "consistente, firme y paciente".


Ser constante es vital. Corregir una actitud en días alternos no sirve de nada. Al revés, si pasa esto, el niño sabrá que el padre es vulnerable y a veces se rinde, y todavía insistirá más para evitar los alimentos que odia.


Lo mismo pasa con la firmeza. Y todo esto se trabaja en compañía. "Es muy importante que padres e hijos coman en casa juntos al menos tres veces a la semana y se acostumbren a mantener un diálogo positivo". "De esta forma se establece un modelo de comunicación y la comida se convierte en un momento gratificante", asegura Torres Cardona.


Además, las pequeñas normas durante la comida ayudan al niño a entender que, en general, el mundo funciona con reglas y que su cumplimiento facilita mucho la adaptación a la realidad.


La doctora Teresa Cenarro no oculta que "es un proceso largo y complicado", pero asegura que al final compensa el hecho de consolidar unos buenos hábitos.


Las claves del aprendizaje


Hay cosas de sentido común. Chillar, utilizar un tono de voz agresivo, hacer que el niño pase horas delante del plato que rechaza o entremezclar las cosas que no le gustan con las que sí no son unas buenas formas de avanzar para solucionar el problema. La calma es fundamental y desesperarse no lleva a ninguna parte, menos con los pequeños de la casa.


Aparte de las tres claves (consistencia, paciencia y firmeza), hay otros trucos que pueden ayudar mucho. Lo primero es mostrar tranquilidad y cuidar el tono de voz.


Además, en vez de empezar una guerra recordándole al niño cosas como que "siempre estamos así", "esto es lo de todos los días" o "me tienes desesperada", hay que intentar atender a los comportamientos positivos del hijo y reforzarlos cada vez que los repita. Hay que aplaudirle cuando, por ejemplo, aprenda a usar la cuchara o se coma eso que tanto asco parecía darle.


Por otra parte, si el padre o la madre no hacen caso a los comportamientos negativos del niño él desistirá de hacerlos, porque no le reportan atención.


Nunca hay que obligar al niño a comer bajo amenazas, castigos u ofreciendo recompensas. Por otra parte, si el niño rechaza el plato principal, hay que insistir 5 minutos más como mucho y pasar al postre.


Tampoco es bueno eso de: "Si no lo comes en la comida, te lo comerás en la cena". Para empezar, si no se come algo no hay que hacer otro plato en sustitución del rechazado y es bueno esperar unos días antes de servirlo de nuevo.


Y no hay que abusar. No es bueno llenar demasiado los platos.A veces también es bueno espaciar las comidas.