HERALDO ABIERTO

"Cuando vas en silla de ruedas, tienes que estudiar Zaragoza para moverte"

José Antonio Beaumont alerta de algunos rebajes de acera mal hechos en la ciudad.

La silla de José Antonio se queda anclada en algunos pasos de cebra supuestamente rebajados.
"Cuando vas en silla de ruedas, tienes que estudiar Zaragoza para moverte"
LAURA URANGA

José Antonio Beaumont, de 66 años y vecino del barrio del Actur, se trasladó de La Rioja a Zaragoza hacia 1980. Al poco, se quedó en silla de ruedas a causa de una enfermedad, y desde entonces, contempla las calles con otra mirada. "Después de 24 años en silla de ruedas, ya casi nada te sorprende. Al principio, me las vi y me las deseé para poder moverme por la ciudad, y eso que entonces iba con mis padres. Pero con la experiencia, y lo mucho que ha mejorado la ciudad, ahora puedo recorrerla solo. También la sociedad está más concienciada", dice.

Todos los días, a menos que el viento o la lluvia se lo impidan, José Antonio sale hacia las 14.00 de la residencia residencia Rey Fernando de Fundación DFA, donde vive, y se va con su silla de ruedas hasta la plaza de Emperador V, cerca de la Romareda. Casi cinco horas de 'caminata'. "Y que dure, porque al menos así hago algo de ejercicio", explica convencido. Después de comer, coge la ribera del Ebro y cruza por el puente de La Química, en La Almozara, sigue por el paseo Echegaray y Caballero hasta la plaza de Santo Domingo; de allí, va hasta Conde Aranda, llega a la plaza de España y atraviesa el paseo de la Independencia. Hasta que las obras del tranvía se lo impidieron, llegaba a la plaza de Carlos V por Gran Vía, ahora lo hace por las calles de Doctor Cerrada, Hernán Cortés, Bretón y Fernando el Católico. "Cuando vas en silla de ruedas, tienes que estudiar Zaragoza. Si no se puede llegar por un sitio, seguro que por otro sí. A veces, la ciudad te pone obstáculos que debes sortear", afirma.

José Antonio alerta de que quedan bastantes pasos de cebra que no están adaptados para las personas con movilidad reducida, y que, incluso, algunos rebajados no son accesibles. "En unos cuantos, la pendiente es demasiado inclinada para las sillas manuales, y en otros, el rebaje no está a ras de suelo, sino que hay un centímetro de diferencia con el suelo, y eso crea un hueco entre calzada y acera donde se nos quedan ancladas las ruedas de la silla. Alguna vez me he caído por eso", recuerda.

Desde el Ayuntamiento señalan que ese problema lo tienen solo los pasos de cebra que primero empezaron a rebajarse, hace ya unos 15 años. Señalan que conforme se solicita, se van reformando, y que los que se colocan ahora, se intenta que sean a ras de suelo. No obstante, en la recién remodelada plaza de Emperador Carlos V se diseñó un paso de cebra con un bordillo sin rebajar. Cada vez que José Antonio pasa por ahí se ve obligado a bordearlo.

Las obras del tranvía, inaccesibles

Algo similar ocurre con las obras del tranvía. "Se han creado unos pasos de cebra provisionales sin rebajar, y no son accesibles para nosotros. El otro día fui a consultas del hospital Miguel Servet y me topé con ellos. Tuve que dar una gran vuelta para acceder al hospital", dice resignado. Con todo, José Antonio no es de ideas fijas, y prefiere no arriesgar y bordear antes que tener que lamentar una nueva caída.

Un lector de HERALDO, Manuel Vargas, denuncia también otras barreras arquitectónicas en el entorno del hospital Miguel Servet, esta vez en la calle del Cardenal Gomá: "Hay en total seis aceras sin rebajar. Dado el elevado número de personas que pasan por allí, sería conveniente que se rebajaran las aceras. Parece ser que nadie ha visto el problema".