Identifican por primera vez cómo la toxina del párkinson causa la muerte neuronal

Nunilo Cremades, científica de la Universidad de Zaragoza, ha participado en este estudio que permitirá desarrollar mejores tratamientos y diagnósticos más certeros.

Nunilo Cremades, hace unos meses en el Bifi
Nunilo Cremades, hace unos meses en el BIFI
Aranzazu Navarro

Aproximadamente una de cada mil personas en el mundo padece párkinson. Los temblores, las dificultades para andar o la rigidez muscular son algunos de los síntomas más conocidos de esta enfermedad neurodegenerativa para la que, por el momento, no existe un tratamiento. Sin embargo, la lucha contra esta enfermedad en los laboratorios continúa y, además, con un gran acento aragonés.

Según acaba de publicar la revista científica 'Science', por primera vez se ha logrado identificar las razones y mecanismos por los que la toxina involucrada en la enfermedad de Parkinson causa la muerte de las neuronas. Un hallazgo en el que ha participado de forma decisiva la investigadora de la Universidad de Zaragoza Nunilo Cremades (Barbastro, 1979) y que será clave tanto en la detección de la enfermedad como en el desarrollo de tratamientos más eficaces.

Esta toxina estaría presente en conformaciones oligoméricas, formadas por varias moléculas de la misma proteína, y que, por razones aún desconocidas, contienen algunos oligomeros tóxicos que han cambiado su estructura y han comenzado a autoensamblarse. Y estas serían las estructuras tóxicas capaces de provocar la muerte neuronal, una de las causas principales de la enfermedad de Parkinson, así como de otros desórdenes neurodegenerativos como el alzhéimer.

Pero ahora, por primera vez, las investigaciones realizadas por el grupo de la doctora Cremades han permitido aislar estas estructuras tóxicas, así como otras benignas, para realizar un estudio comparativo entre ambas e identificar qué elementos estructurales y qué mecanismos desencadenan la muerte de las neuronas. Además, la investigadora ha señalado que se ha conseguido inhibir, es decir, bloquear estas estructuras para que dejaran de ser tóxicas, "pero todavía queda por descubrir qué factores son los que les llevan a ser tóxicos", explica la científica.

Esto supone un importante descubrimiento, no solo a la hora de desarrollar tratamientos con efectos secundarios menos graves, sino para crear estrategias de diagnostico más precoces. Una detección que, en ocasiones, es tan  tardía que llega a ser postmortem, es decir, una vez que se pueden comprobar las estructuras de estas proteínas.

Mucho por hacer

Pero la investigación no termina aquí, todavía quedan muchos pasos en el camino. La aragonesa asegura que seguirán indagando, pues se trata de una enfermedad "con muchos estadios" dentro de sus fases de inicio, desarrollo y propagación.

El siguiente objetivo de esta investigadora, que trabaja en el BIFI (Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos), es distinguir qué oligoméricos son capaces de propagarse de una neurona a otra e infectarlas. Pero esta es solo una hipótesis de las muchas que barajan los investigadores en relación al párkinson.

A pesar de sentirse optimista y esperanzada, Cremades es consciente de que la investigación sobre el párkinson es larga y complicada y llama a la prudencia. "Es una enfermedad multifactorial. A parte de esta toxina, existen más factores y hay que seguir investigando desde todos los campos".

Hace un año

Justo hace un año Cremades también era la protagonista de otro importante avance científico. En enero de 2017, la revista científica PNAS recogía los resultados de otro estudio en el que, junto a científicos de la Universidad de Cambridge, estudiaron sobre la capacidad de la escualamina, un compuesto presente en el hígado del tiburón. Gracias a este compuesto podría desarrollarse un nuevo fármaco capaz de neutralizar la acción de la patología.  

Más de 5.000 aragoneses padecen párkinson


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