Murió José Miguel Pérez Bernad,cronista de tribunales y sucesos

Era un clásico del periodismo en la Comunidad, trabajó en ‘Aragón Exprés’, ‘El Noticiero’, ‘El Día’, ‘Diario 16 de Aragón’ y se jubiló en 2009 en ‘El Periódico de Aragón’

José Miguel Pérez Bernad, en 2017, cuando recibió el premio a la Trayectoria Profesional.
Murió José Miguel Pérez Bernad,cronista de tribunales y sucesos
Asociación de Periodistas de Aragón

El periodista José Miguel Pérez Bernad, ‘Chemi’ (1950-2017), un periodista especializado en sucesos y tribunales, fallecía este martes a consecuencia de un cáncer. Fue un gran cronista de la vida cotidiana y sus múltiples paradojas, y un hombre que mimaba sus fuentes y no las traicionaba jamás, ni eso, ni el secreto profesional, que no revelaba ni a su director.

Trabajó en diversos diarios: 'Aragón Exprés', donde llegó a hacer crítica de cine, entrevistas y notas culturales en 1969; 'El Noticiero' (siempre manifestó su admiración por Antonio Coll, y recordaba que le pagaban 150 pesetas, poco más de un euro, por llenar una página); más tarde ingresó en 'El Día de Aragón', hacia 1985, donde se especializó en crónica social y delictiva, y de ahí pasó a 'Diario 16 de Aragón', con Miguel Ángel Liso al frente. En 1993 ingresó en 'El Periódico de Aragón', donde acabaría jubilándose en 2009.

Fue un periodista al que le gustaba “sentir y vivir el latido de la calle”, con contactos hasta bajo las piedras (en la policía, en la magistratura, en todos los sectores, incluso los más sórdidos o periféricos), comunista de corazón y sindicalista muy activo durante años, un hombre de izquierdas, con sentido del humor y una inmensa agenda de teléfonos y complicidades. En realidad era un tipo silencioso hasta en sus afectos; no hacía ostentación de casi nada. Trabajador sigiloso, con un especial sentido ético, suscitaba admiración por su artesanía, su pulcritud sigilosa, su condición y convicción de periodista de oficio, clásico, que jamás quería ofender y al que no le importaba ocultar un nombre bajo las iniciales, si así evitaba un disgusto familiar, como le contó al periodista Joaquín Marco.

Era un tipo muy literario, de esos que aparecen en las novelas de Chandler o Hammett o en las fotos de Wegee, con sorna, entrañable bajo el aspecto de enojado o cascarrabias ocasional, con apariencia de escéptico, que tenía una idea romántica y pragmática a la vez del periodismo, un sentido ejemplar del oficio y que defendía la idea de presunción de inocencia. Quería contar. Contrastar siempre las informaciones con varias fuentes. No escribía en vano. “Parecía refugiarse al final de la columna de breves pero fue un profesional de primera plana. El periódico no era tal hasta que entraba en la redacción”, ha dicho su compañero Alfonso Hernández.

Fue el primero en llegar a algunos sitios donde había estallado el drama o la tragedia, como la discoteca Flying. Era un gran lector y le apasionaban la historia y la política (recordaba que había sido militante del Partido Comunista y de Comisiones Obreras, y que había escrito en ‘Mundo Obrero’, hasta que no pudo soportar más la senda unidireccional de la información), especialmente la Guerra Civil española, la historia contemporánea de Rusia y la II Guerra Mundial y sus múltiples ecos. Este mismo año, la Asociación de la Prensa de Aragón le concedió el premio a la Trayectoria Profesional.

Una de sus últimas salidas públicas, enfermo de cáncer, fue en el reciente reencuentro de integrantes de la redacción y administración de ‘El Día de Aragón’ en el Tres Mares. Restaurante Náutico. Se le veía emocionado y feliz. Los relámpagos de la memoria se le instalaron en sus ojillos azules de pícaro y de colega que parecía proteger, aunque refunfuñase, a todos sus compañeros. Desde este miércoles reposa en el cementerio de Torrero.

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