¿Sabes cómo gestionar el enfado de tus hijos?

Nosotros, los adultos, como padres y educadores, debemos enseñar a nuestros hijos estrategias que puedan ayudarles a gestionar el enfado.

Para ellos, su razón, sí que es motivo de enfado y debemos respetarlo.
Para ellos, su razón, sí que es motivo de enfado y debemos respetarlo.
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Alejandra García Pueyo, psicóloga, psicoterapeuta familiar y educadora de padres en disciplina positiva, nos explica que los niños no saben cómo autorregularse ni qué pueden hacer para tranquilizarse cuando se enfadan. Y es por eso que nosotros, como padres y educadores, debemos enseñarles estrategias que puedan ayudarles en esas situaciones, tan interesantes y útiles como estas:

Distraerlos. Llevarle a otro lugar diferente al que se está produciendo el enfado suele resultar muy beneficioso; también podemos distraerle hablando de un cuento que ha estado leyendo o sobre algo que ha hecho con anterioridad; esto le ayudará a centrarse en otra cosa y disminuirá su enfado. Validar sus sentimientos. Señalar su emoción diciéndole de forma tranquila: “Veo que estás enfadado porque te has peleado con tu hermano”. Esto le ayudará a reconocer e identificar su enfado, además de cómo se siente. Debemos permitir el enfado. Normalmente, solemos pedirles que no se enfaden y les decimos frases como: “Los niños que se enfadan son feos” o “te has enfadado por una tontería”, pero con esto no les ayudamos, todo lo contrario, porque para ellos su causa, su razón, sí que es motivo de enfado y debemos respetarlo. Mantener siempre la calma. Responder a su enfado con nuestro enfado es una forma de fomentarlo. Además para los niños, sus padres son sus modelos de referencia y les encanta imitar todo lo que hacemos. Algunas soluciones alternativas aceptables. Frases como estas, siempre vienen bien: “¿Te ayudaría golpear el cojín o la almohada?”. “¿Quieres gritarle al oso de peluche?. “¿Te gustaría dar saltos en el pasillo?”. “¿Quieres dibujar y expresar tu enfado?”. Mostrarles nuestra ayuda. Con expresiones similares: ¿Hay algo que pueda hacer por ti?”. “¿Te puedo ayudar de alguna forma?”. Ofrecerles un abrazo. No hay nada más valioso para un niño que el poder de un abrazo. Les podéis decir: “Necesito un abrazo” (tú como mamá/papá lo necesitas, no él); si responde que no, le vuelves a decir: “Ana necesito un abrazo”; si dice que no, de nuevo, le respondes: “Yo voy a seguir necesitando un abrazo, cuando estés listo/a me lo das”. Esto no va a evitar la rabieta, pero puede reducir su duración así como tener un final reparador para el niño. La rueda de las opciones. Se realiza con el niño y consiste en pensar alternativas que le podrían ayudar a calmarse cuando se enfada; las escribimos y construimos la rueda de las opciones en una cartulina, la cortamos en forma de círculo y lo dividimos en tantos quesitos como opciones tenemos. Después, los niños escribirán o dibujarán en esta rueda sus opciones.

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