Enseña a tus hijos conceptos básicos de economía, te lo agradecerán

Trabajar en estos conceptos nos permitirá profundizar en otros tan importantes como el esfuerzo y el trabajo diarios, el ahorro y el valor que tienen las cosas.

La hucha de siempre, la del cerdito, sigue funcionando a las mil maravillas.
La hucha de siempre, la del cerdito, sigue funcionando a las mil maravillas.
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Ahora que se habla tanto en colegios y otros foros educativos sobre lo importante que es enseñarles a los chavales conceptos básicos de economía y finanzas, podemos aprovechar todas esas situaciones cotidianas que tenemos a nuestro alcance para enseñar, sobre todo a los más pequeños, a desenvolverse con el dinero. Y, a partir de aquí, profundizar en otros conceptos básicos para su formación, como el esfuerzo y el trabajo diarios, el ahorro y el valor que tienen las cosas. Además de enseñarles a gastar con responsabilidad, reforzaremos su autonomía y sus competencias en cálculo y matemáticas. En principio: una estrategia perfecta.

Lección magistral en el supermercado

Cuando los niños ya saben sumar y restar, es el momento ideal para explicarles la diferencia entre billetes y monedas, con sus respectivos valores, y llevar a la práctica pequeñas transacciones. Ya podemos darles dinero, por ejemplo, para que paguen el pan, el periódico o los helados y que reciban las vueltas. La compra en el supermercado resulta un campo de experimentación sin parangón: pueden ayudarnos a leer y a localizar los precios para encontrar la mejor oferta, y de paso les enseñamos a hacer una compra responsable, sabiendo decir “no” a los caprichos y a todos esos productos innecesarios, que –sin darnos cuenta y de manera impulsiva– han ido a parar a nuestro carro.

La hucha de siempre… ¡funciona!

Para introducirlos en el aspecto del ahorro, parecerá mentira, pero la hucha de siempre sigue funcionando a las mil maravillas. Los expertos recomiendan que, llegada la edad apropiada, es muy útil asignarles una pequeña paga, semanal o mensual, para que se vayan familiarizando con la gestión de su propio dinero; para que aprendan a planificar el gasto y a valorar el ahorro. La satisfacción de conseguir ese juguete tan guay o esas deportivas -con sus propios ahorros- ... no tiene precio.

Un ajustado presupuesto

Aunque también nos aconsejan que debemos dejarles aprender de sus propios errores: gastarse todo el dinero demasiado rápido o hacer una mala inversión de sus ahorros en una compra inútil siempre es frustrante. Igual de frustrante que tener que esperar muchos meses para conseguir ese fantástico móvil de última generación que los tiene desvelados. No pasa nada... están a punto de descubrir el esfuerzo y el trabajo que cuesta reunir todo ese dinero; sin olvidar que lo cuidarán como ‘oro en paño’, porque, ahora, tiene un valor incalculable. Aciertos y errores tempranos en la administración de sus propias ‘finanzas’, que les enseñarán en un futuro –más cercano de lo que parece– a ajustarse a su realidad económica y a tomar decisiones acertadas con respecto a la gestión de su presupuesto.

La visa de los Picapiedra

Y si tenemos que pagar con tarjeta de crédito en el restaurante o retirar efectivo del cajero automático podemos explicarles dos cosas: cómo funciona y que nuestra visa no es como la de los Picapiedra, es decir, de tamaño gigante e inagotable.

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