¿Estás pensando que tu hijo es adicto al móvil?

Dicen los expertos que la generación formada por los chavales de entre 10 y 14 años tiene muchísimas posibilidades de hacerse con el dudoso honor de ser la primera en convertirse en adicta al móvil. Y es que, debates a un lado, nadie niega ya que existen determinadas conductas de uso y abuso -conductas de riesgo- con estos dispositivos, que pueden desencadenar consecuencias muy negativas entre niños y adolescentes.

¿Dónde está el límite?

Pero… ¿dónde está ese límite reconocible que hace saltar las alarmas entre padres y educadores? Y lo más básico para empezar a hablar: ¿por qué es adictivo el móvil? Y no nos referimos solo al terminal, evidentemente, sino a lo que ‘encierra’, lo que nos ‘ofrece’: internet, Wathaspp, juegos, redes sociales… Pues porque -y escuchando siempre a los que saben sobre el tema- el índice de satisfacción que ofrece a los chavales es muy elevado e inmediato -tienen lo que quieren y lo tienen, ya: comunicación, entretenimiento, información de cualquier tipo-; sin olvidar que el propio aparato resulta muy estimulante (tonos, colores, iconos) y algo muy importante: que se ha convertido en símbolo de prestigio, poder y estatus social: si no llevamos el móvil de última generación… ¡no somos nada! Y si esto nos sucede a los adultos, pues a los chavales, ni digamos, ellos son mucho más influenciables.

¿Vida real o virtual?

Hasta aquí, todo más o menos normal. El problema surge cuando la vida en la red -llamémosle virtual- comienza a ser más atractiva que la real y hacen acto de presencia el aislamiento, se olvidan de quedar con sus amigos o amigas -es decir, descuidan sus relaciones sociales, incluidas las familiares-, aparecen los suspensos e, incluso, descuidan su aspecto y su higiene personal. Y todo, porque cada vez necesitan pasar más tiempo conectados para sentirse bien; y, si no se pueden conectar, se enfadan, se irritan. En otras palabras, que casi, casi, podríamos hablar de abstinencia y dependencia: aspectos básicos de cualquier tipo de adicción, por muy fuerte que nos suene.

¿Cuándo debemos preocuparnos?

Guillermo Cánovas, presidente y fundador de la organización de protección del menor PROTÉGELES, entre otras cosas, y autor del libro ‘Cariño he conectado a los niños’, explica en sus páginas cómo podemos identificar el problema y cuándo debemos preocuparnos.

Si nuestro hijo...

Cada vez necesita estar conectado durante más tiempo para sentirse satisfecho. Se siente deprimido, nervioso o enfadado y solo se le pasa cuando puede usar el móvil. Pasa mucho tiempo pensando en cuándo se podrá conectar de nuevo. No consigue controlar el tiempo o la frecuencia que pasa conectado. Ha dejado de lado actividades u obligaciones por estar con el móvil Prefiere las ciber-relaciones a las relaciones personales. Miente en relación al tiempo y la frecuencia con la que se conecta…Podemos empezar a pensar que nuestro hijo tiene un problema, aunque el autor también recalca que la mayoría de los jóvenes pueden pasar por un proceso de abuso/uso inadecuado de las TIC en circunstancias personales específicas, como la etapa de desarrollo en la que están, el boom social (aplicaciones de moda, publicidad), su estado emocional (tristeza ante el aburrimiento y/o problemas personales circunstanciales)… no por eso debemos considerar que tengan un problema de adicción. Lo más probable es que ellos mismos autocorrijan ese comportamiento con el paso del tiempo. Sin embargo, y a pesar de todo, debemos realizar un seguimiento y transmitirles la información necesaria para evitar riesgos mayores. Si aun así, el problema persiste, es cuando debemos consultar con un especialista.