Cómo afrontar los deberes desde principio de curso

Conviene empezar poco a poco, con el objetivo de ir aumentando el tiempo de trabajo, conforme los niños se vayan habituando a la rutina diaria.

No es aconsejable hacer los deberes a última hora de la tarde, cuando los niños están agotados.
No es aconsejable hacer los deberes a última hora de la tarde, cuando los niños están agotados.
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El nuevo curso está aquí, recién empezado, y con él llegan las ilusiones, los nuevos retos… pero también esos ‘temidos’ deberes, que tantos quebraderos de cabeza causan a muchos padres y que provocan, en demasiadas ocasiones, discusiones con sus hijos, enfados y, sobre todo, frustración. Alejandra García Pueyo, psicóloga, psicoterapeuta familiar y educadora de padres en disciplina positiva, conoce bien el tema y está dispuesta a brindarnos algunos consejos para motivar a los chavales, en el día a día, a la hora de hacer las tareas escolares cuando llegan a casa. El primero, y muy importante, es fijarnos pequeños objetivos, al principio. “Tenemos que empezar con pocos deberes -explica Alejandra- y que vayan estudiando poco a poco para ir aumentando el tiempo de trabajo conforme el niño se habitúe a la rutina. Lo mejor es fragmentar la tarea en partes pequeñas, estableciendo pequeños ratos de estudio”. También nos recomienda:

Establece un horario con tu hijo: determinar juntos los horarios que el niño va a dedicar al estudio, implica a tu hijo en ello, aunque sea pequeño, para que se responsabilice y fomente su autonomía y seguridad. Es importante que el horario sea realista para empezar. Es más recomendable comenzar con un tiempo de estudio, que el niño pueda asumir, que marcar tiempos demasiado largos o exigentes en el principio del proceso. No le transmitas emociones negativas: evita transmitir tus emociones negativas o agobio ante la cantidad de deberes que tiene que hacer el niño, ya que si ve que tú te angustias, para él será un mundo y evitará enfrentarse a ello. Los deberes son cosa suya, no tuya: recuerda que los deberes son de tu hijo y no lo tomes como algo personal, evitando frases como: "tenemos examen", "tenemos que hacer muchos deberes", ya que, entonces, estás eximiendo a tu hijo de su responsabilidad y te buscará para hacerlos, evitando, así, hacer los deberes él solo. Además, tu hijo pensará que los deberes son cosa de los dos. De los errores se aprende: comenta tranquilamente con él sus errores (olvido de la agenda, libros, errores en los deberes) para que pueda reflexionar sobre ellos y pensar alternativas a sus equivocaciones para próximas situaciones. Es importante que sea el niño el que piense las soluciones para poder gestionar diferentes situaciones por él mismo, desarrollando, así, su autoestima y seguridad. Las dudas, para el final: fija las dudas que tenga el niño para el final. De esta forma evitaremos que se levante continuamente y que nos busque de forma habitual para resolver todas sus dudas. Es frecuente que, ante un ejercicio difícil, digan "no lo entiendo"; puede que no lo entiendan, sí, pero hay que evitar que entren en esa dinámica únicamente porque lo ven difícil y piensan que solos no van a ser capaces de hacerlo. Debemos fomentar que sean ellos los que intenten resolverlo. ¿Quién corrige los deberes?: invita al niño a corregir él mismo los deberes, repasando lo que ha hecho para que se acostumbre a ello y lo ponga en práctica también en los exámenes. Si aún así no se da cuenta de dónde está el error, indícale dónde está e intenta que sea él quien lo solucione. Extraescolares, sí o no: no llenes su semana de actividades extraescolares, lo único que conseguirás es que se agobie y no tenga tiempo de hacer los deberes. No es aconsejable hacerlos a última hora de la tarde, cuando los niños están agotados, porque entonces no tienen ganas de hacerlos y comienzan las discusiones. Alienta a tu hijo, siempre: con frases como: "Te has esforzado mucho, te mereces el resultado obtenido", "has conseguido resolverlo tú solo, ¿cómo te sientes?", "confío en que sabrás hacerlo". Cuando alentamos a los niños les infundimos valor, son capaces de valorar su esfuerzo, no dependen de la aprobación externa para motivarse y tienen mayor confianza en sí mismos. El valor de la empatía: ponte en su lugar, siempre. Al igual que a ti no te apetece trabajar, a veces, a ellos tampoco les apetece hacer deberes todos los días. Escucha sus miedos, sus frustraciones, sus dificultades y apóyale. Dile que habrá asignaturas que le gustarán más y otras menos, pero que tendrá que esforzarse para superarlas todas y que sabes que él puede hacerlo. 

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