Hijo… ¡pero qué 'pintas' llevas!

A menudo, la ropa que llevan los adolescentes, sobretodo en verano, es fuente inagotable de conflictos con sus padres. Pero cada generación ha tenido su estilo, su marca de identidad.

Nuestra oposición radical hacia su modo de vestir, solo servirá para alimentar su rebeldía.
Nuestra oposición radical hacia su modo de vestir, solo servirá para alimentar su rebeldía.
Pixaby

Pantalones demasiado caídos, ombligos al aire, minifaldas imposibles, escotes de vértigo, los célebres ‘tangalones’: ingeniosa comparación entre el pantalón corto y el tanga... A menudo, la ropa que llevan los adolescentes, sobretodo las chicas y en verano, es fuente inagotable de conflictos con sus padres. La brecha generacional se perfila insalvable en estas cuestiones, sobre todo, por el temor que sentimos los adultos ante el ‘qué dirán’, qué pensaran los demás de nuestros hijos. Al parecer, olvidamos demasiado rápido. Y, si no, recuerde, recuerde: ¿qué habrá sido de nuestros pantalones de ‘campana’; de los pelos esculpidos a lo punki; o de aquella cazadora vaquera con tachuelas, que no nos quitábamos ni para...? Cada generación ha tenido su estilo propio, su atuendo… en definitiva: su marca de autenticidad.

Símbolo de identidad y comunicación no verbal

Según diferentes educadores y psicólogos, a partir de los 12 años, la ropa se convierte en un elemento muy importante; es un símbolo, un modelo de comunicación no verbal por el que los chicos transmiten su propia identidad. Y los padres –aunque no siempre estemos de acuerdo– debemos respetar ese camino hacia la configuración de su personalidad. Los chavales han de aprender a decidir por ellos mismos y nuestra oposición radical hacia su modo de vestir solo servirá para alimentar su rebeldía y el deseo de ser diferentes a nosotros –y esto último está más que demostrado, es casi, casi, ciencia pura–. Aunque, claro, todo tiene un límite.

Hablamos de respeto

Sin embargo, algunos padres, por no discutir, transigen con una indumentaria demasiado ‘arriesgada’, por llamarla de alguna manera, y esta no es una actitud correcta: ante los excesos, sean del tipo que sean, siempre hay que poner límites.

Cuando la estética de nuestros hijos casi nos hace 'enfermar', los psicólogos nos invitan a reflexionar y a recurrir al diálogo para ayudarles a entender que, además del respeto a nuestra individualidad, existe el respeto a la sociedad en que vivimos. Es decir, que determinadas circunstancias sociales exigen un mínimo de respeto hacia los demás, incluso, en nuestra forma de vestir.

Ropa y sexualidad

Aunque muchos de nuestros prejuicios responden a estereotipos y al miedo a sus comportamientos sexuales, nunca debemos vincular ropa y sexualidad; con la ropa, los chicos expresan lo que no pueden decir con palabras, se identifican con un determinado grupo y se distinguen de los demás.

La clave, según los especialistas, está en animarles a que vistan con naturalidad, con la ropa que se sientan a gusto, sin que se preocupen en exceso por su propio cuerpo. Cuidar el aspecto personal es muy positivo, pero la obsesión por el cuerpo y por las tallas de la ropa es peligrosa y puede desembocar en trastornos como la anorexia, que hay que prevenir y detectar lo antes posible.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión