Desafío: lidiar con los adolescentes en verano

Para los chavales, verano es sinónimo de libertad en su máxima expresión, lo que para muchos padres representa un auténtico calvario.

En verano hay que ser algo más flexibles, pero solo algo. Estamos de vacaciones, sí, pero ni podemos ni debemos perder el control de los chavales.
En verano hay que ser algo más flexibles, pero solo algo. Estamos de vacaciones, sí, pero ni podemos ni debemos perder el control de los chavales.

Verano y adolescencia: complicada combinación. Para los adolescentes -conviene no olvidar que nosotros también lo fuimos alguna vez- verano es sinónimo de libertad en su máxima expresión, es decir: hacer lo que les dé la real gana. Es el momento ideal para experimentar nuevas sensaciones, situaciones; y las reglas, como los límites, ¿acaso no dicen que están hechas para saltárselas? Ahora, traslademos estas expectativas a nuestro lugar de vacaciones -si hemos conseguido arrastrarlos con nosotros, claro-. Comienza así, para muchos padres, un auténtico calvario.

Sin que lleven ellos la iniciativa, lo mejor será tener en cuenta su opinión -si todavía estás a tiempo de planificar las vacaciones- y buscar un destino atractivo; incluso puede ser beneficioso invitar a alguno de sus amigos para que se sientan menos solos. Y, a partir de aquí, aplicar la regla de oro que aconsejan psicólogos y pedagogos: negociar.

Tu mejor aliada: una buena política de pactos

Llevar a cabo una buena política de pactos con los adolescentes, en la mayoría de los casos, suele dar muy buenos resultados. Aunque sería de ilusos pretender que acepten nuestras propuestas al cien por cien, siempre existe la posibilidad de un acercamiento. La psicóloga y maestra María Antonia Morcillo argumenta que "es importante aceptar siempre alguna de las sugerencias de los chicos o parte de ellas; esto hará que se sientan escuchados, que son tenidos en cuenta”. E insiste en la importancia de sellar ese acuerdo alcanzado con el compromiso de su cumplimiento por ambas partes, "fijando las consecuencias que tendrá su incumplimiento". Por supuesto, la expresión de nuestra opinión siempre ha de ser razonada –recuerda: antes de prohibir, explicar–, pero las normas y los límites han de quedar siempre muy claras; y si se establecen antes de iniciar el viaje, mucho mejor.

¿A qué hora puedo volver a casa?

Uno de los temas más peliagudos en esta negociación suele ser la hora de volver a casa, sobre todo si estamos en zonas de playa o hay fiestas en los pueblos de nuestro entorno. En verano hay que ser algo más flexibles en estos temas, pero, ojo, solo algo. Estamos de vacaciones, sí, pero ni podemos ni debemos perder el control.

Los especialistas también aconsejan que uno de los términos principales de nuestra negociación ha de ser que los chavales pasen parte de su tiempo libre en familia para tratar de mejorar una comunicación, ya de por sí complicada. Y, cómo no, también nos instan a que nos armemos de paciencia, mucha paciencia, firmeza y comprensión; la adolescencia es una etapa difícil y complicada, pero afortunadamente pasajera, que los padres debemos aprender a asumir. ¿Quién dijo que educar a los hijos fuera fácil?

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