Este verano, ¡cuidado con perder a los niños!

Durante el verano, la posibilidad de que los niños se extravíen es mayor. Solemos acudir a lugares con gran aglomeración de gente y ellos son curiosos, se distraen con facilidad.

La playa es uno de los destinos vacacionales donde más niños se pierden cada verano.
La playa es uno de los destinos vacacionales donde más niños se pierden cada verano.
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El titular puede sonar a broma... pero no lo es. Es más, la pérdida de un pequeño es una situación realmente angustiosa, tanto para los padres como para él mismo. Durante el verano, la posibilidad de que los niños se extravíen es mayor, ya que solemos acudir a sitios con gran aglomeración de gente –en la playa, el parque de atracciones, un centro comercial...– y los pequeños son curiosos e impulsivos, se distraen con facilidad y su sentido de la orientación no está plenamente desarrollado. Y, si no, que se lo pregunten a los miembros de Cruz Roja, que suelen atender más de 2.500 llamadas cada verano de otros tantos padres desesperados que han extraviado a sus hijos en lugares públicos. La mayoría de estos casos corresponden a niños de entre 2 y 6 años, a esta edad ya empiezan a orientarse y a ser capaces de pedir ayuda.

En determinados lugares, los niños deberían ir siempre de la mano de un adulto; pero, como esto resulta prácticamente imposible, debemos aprender y enseñarles ciertas pautas de comportamiento a seguir, sencillas pero eficaces, por si se pierden:

¡Quieto, sin moverte! La primera y más importante es que, cuando descubra que está perdido, se quede quieto en ese mismo lugar. El niño está angustiado y moverse para intentar localizar a sus padres, empeoraría las cosas. Pedir ayuda. Debemos enseñarle también que si decide moverse del sitio que sea para localizar a un policía, una dependienta, a otra mamá o papá con niños..., que les ayudarán y tranquilizarán. Ropa llamativa, en la playa. Si estamos en la playa, ponerles una prenda muy llamativa, de colores fosforitos, por ejemplo –ahora se llevan mucho y son fáciles de encontrar–, nos ayudará a identificarlos con mayor facilidad. Recursos caseros. También podemos fabricarles una pulsera con una etiqueta con su nombre y el número del móvil de los padres o escribir estos datos en una tarjeta y colocársela en un bolsillo. Una foto en el móvil. Llevar siempre una foto suya en nuestro móvil y, si son un poco más mayores, enseñarles a buscar puntos de referencia o acordar de antemano un lugar al que volver, en caso de extravío, también son muy buenas opciones. Opciones más sofisticadas. Y si buscamos sistemas de localización más sofisticados, en el mercado existen pulseras, prendas de vestir e incluso pegatinas que incorporan un microchip con GPS. Hay padres que llegan a recurrir a tatuajes temporales, hipoalergénicos y sin pigmentos tóxicos, personalizados con los datos del menor. Padres... desesperados.  Pero... ¿y los padres? ¿Qué hacemos los desesperados padres? Lo más difícil: mantener la calma; después, dar la voz de alerta entre las personas de nuestro alrededor; acudir al personal de seguridad, al socorrista, puntos de atención... y, si la cosa se pone fea, contactar con las autoridades. Y, cuando lo encuentren, por favor, no le riñan, tan solo abrácenlo. La culpa, nos guste o no admitirlo, ha sido nuestra.

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