Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

El código

Al acudir al Ayuntamiento de Zaragoza para pagar el IBI, me acordé del reciente código lingüístico implantado por el Consistorio que apunta que para evitar el uso discriminatorio y machista de la lengua hay que erradicar el masculino genérico. Así que intenté hacerme pasar por género neutro para obtener una rebaja. No funcionó y me cobraron con nombre y apellido, masculino singular. Aún aturdido por la iniciativa municipal, salí a la calle y creí ver a Pedro Santisteve. Al principio, advertí sus rasgos, su pelo, su barba, pero conforme se fue acercando percibí un rostro que iba desfigurándose, sin contorno, más cercano a una nube, un éter, quizá un cronopio. Fue entonces cuando me di cuenta de que Zaragoza ya no tenía alcalde sino alcaldía. Confundido y preso de la incertidumbre, me topé unos metros más adelante con un muchacho que sujetaba con una correa a su perro, quien expulsó sus excrementos a unos pasos de mis zapatos. No sabía cómo interpretar semejante acto y saqué del bolsillo el código de ZEC. Me quedé más tranquilo al saber que había sido la ciudadanía la responsable de la deposición del representante animal.