¿Cómo podemos ayudar a dormir a los más pequeños?

Si un niño no duerme bien puede verse afectado su desarrollo físico, cognitivo y psicosocial. El problema afecta a toda familia, originando impotencia, frustración y ansiedad.

Es importante que entiendan que irse a dormir no es un castigo.
Es importante que entiendan que irse a dormir no es un castigo.
Pixabay

Los trastornos del sueño constituyen en la actualidad un problema de salud muy importante tanto por su frecuencia -afectan al 30% de los niños y adolescentes- como por el impacto que tienen sobre su desarrollo físico, cognitivo y psicosocial. Además, afectan a la familia, originando sentimientos de impotencia, frustración y ansiedad. “Hasta hace no mucho, estos trastornos eran considerados, incluso por profesionales sanitarios, como alteraciones normales del propio desarrollo de los niños”, explican Pedro Orós, pediatra, y Joaquín Martínez, enfermero y técnico en prevención. “Sin embargo, hoy -continúan-, un mejor conocimiento del sueño y de su fisiología -funcionamiento-, así como la posibilidad de poder estudiarlo y registrarlo, han contribuido no solo a que se comprendan algunas alteraciones que se consideraban ‘menores’, sino que, además, se han visto o diagnosticado enfermedades y procesos muy graves relacionados con el sueño”. Dentro de estos trastornos del sueño, y de forma muy general, los especialistas describen los siguientes:

Parasomnias o alteraciones habitualmente benignas o autolimitadas, como pueden ser los terrores nocturnos, pesadillas, sonambulismo, bruxismo u otros menos conocidos como el síndrome de las piernas inquietas... Alteraciones graves del sueño, procesos de mayor importancia tanto por su cronicidad (por ejemplo la narcolepsia) como por su potencial peligro para la vida del enfermo (SAHS: Síndrome de Apnea Hipopnea del Sueño).Además, se ha comprobado que muchas de estas alteraciones del sueño intervienen de forma muy negativa en otros procesos o enfermedades que aparentemente no parecían tener relación, como en el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad). Cualquiera de estos procesos, sean leves o graves, deben siempre ser atendidos por los médicos de familia y pediatras para que, si es preciso, sean evaluados y tratados por especialistas: neurólogos, neurofisiólogos...

¿Cómo ayudarles a dormir?

Durante los primeros meses de vida del niño solucionaremos los problemas del sueño, siguiendo siempre los consejos del pediatra, por supuesto, y aplicando el sentido común.

A partir del año de edad es importante:

Crear un ambiente tranquilo y oscuro. Procurar que la hora de levantarse y acostarse del niño sea aproximadamente la misma cada día. La temperatura de la habitación ha de ser confortable. Los excesos de frío o calor favorecen los despertares. Procuraremos reducir al mínimo el ruido ambiental. El pequeño no debe acostarse hambriento, aunque el exceso de líquidos también favorece los despertares nocturnos. El niño debe aprender a dormirse solo. Aunque se presenten situaciones 'complicadas', no hay que dejarse sobornar por las rabietas. Debemos mantenernos firmes, acostarlos sin dramatismos y procurando tranquilizarlos. A veces, cuesta, pero los resultados son buenos. Transmitir el mensaje de que se le estamos enseñando: irse a dormir no es un castigo. Se recomienda evitar la actividad física una o dos horas antes de que el niño se marcharse a la cama. Que no coman alimentos el chocolate. Controlar el horario en las fiestas muy prolongadas o tardías.

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