Cómo ayudar a nuestros hijos ante situaciones difíciles

En el comportamiento humano, esa capacidad para aceptar, resistir y sobreponernos a situaciones adversas que nos causan dolor se llama resiliencia.

Debemos dotar a nuestros hijos de recursos internos que les permitan sobreponerse a situaciones adversas.
Debemos dotar a nuestros hijos de recursos internos que les permitan sobreponerse a situaciones adversas.
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En la vida, todos hemos experimentado alguna situación dolorosa que nos ha afectado seriamente, que nos ha dejado ‘tocados’, pero que hemos sido capaces de superar. “En el comportamiento humano, esa capacidad para aceptar, resistir y de sobreponernos a situaciones adversas que nos causan dolor se llama resiliencia”, así la definen Marta Soro, maestra y psicopedagoga, y Cinta Alegret, psicóloga y pedagoga, que nos explican que la palabra deriva del latín 'resilio' y que significa: 'saltar hacia arriba', 'rebotar', 'tomar impulso'. Hablamos con las expertas de una competencia que debemos trabajar con nuestros hijos “para que aprendan a gestionar la realidad que les va a tocar vivir, con el máximo bienestar emocional posible”. Estas son sus pautas:

La resiliencia se educa. Nadie nace con ella, es una competencia que se educa. La resiliencia consiste en dotar a nuestros hijos de recursos internos que les permitan sobreponerse a situaciones difíciles y adversas. El afecto y la implicación personal es el camino para transmitirles confianza y altas expectativas de logro, mostrándoles las adversidades de la vida como oportunidades de crecimiento. ¿Qué da sentido a nuestra vida? La resiliencia se forja en la familia día a día, conectando nuestras actitudes y nuestro estilo de afrontar la vida con nuestros valores: "¿Qué da sentido a mi vida?". Nos enfrentamos a las dificultades con un mayor bienestar emocional si tenemos un 'para qué', y unos valores interiorizados que guían nuestra manera de pensar y actuar ante las dificultades que se nos presentan. ¿Qué podemos cambiar? Debemos reflexionar de forma creativa sobre aquellas situaciones cotidianas que causan a nuestros hijos cierto malestar. Ayudándoles a tomar conciencia de qué es lo que pueden cambiar y a aceptar aquello que no pueden cambiar. Este ejercicio proactivo es importante para buscar actitudes y comportamientos alternativos en la forma de afrontar las situaciones. Así, potenciamos la iniciativa en la toma de decisiones, la seguridad en sí mismos y el bienestar emocional. Relativizar las contrariedades. Hay que saber relativizar las contrariedades, por pequeñas que sean, y recurrir al sentido del humor. De esta forma, les ayudamos a quitar carga emocional a las situaciones, lo que les permitirá distanciarse del problema y tener una mayor perspectiva a la hora de tomar una decisión. Es decir, afrontar la situación con mayor flexibilidad y capacidad de adaptación. El entorno, fuente de aprendizaje. La interacción con el entorno como fuente de aprendizaje es importante. Entender que nuestra realidad no es la única, ayudarles a ponerse en el lugar de los demás (empatía), saber escuchar sin emitir juicios de antemano, controlar los impulsos, o saber comunicar su punto de vista con seguridad, son habilidades que favorecen el desarrollo de la resiliencia. Responsabilidad y autonomía. Hemos de perseverar en el desarrollo y consecución de las metas que quieran conseguir. Transmitirles la importancia de responsabilizarse de sus propios actos, les brindará mayor autonomía y control de la situación. El cambio... es posible. La resiliencia no consiste solo resistir ante una situación, sino que implica reconstruirla desde el optimismo. Transmitir un estilo de pensamiento positivo y una comunicación basada en un lenguaje también positivo, les ayudará a sentir que es posible el cambio. Insistimos: los límites, imprescindibles. El niño necesita límites para crecer con seguridad. El tener pequeñas trabas y la aceptación del «no», impone las bases para formar una personalidad más resistente y la capacidad de alcanzar mayores expectativas de logro ante contratiempos futuros. Confianza y positivismo. Somos un espejo para nuestros hijos. Es importante que vean cómo confiamos en nosotros mismos, cómo aceptamos las dificultades, las relativizamos y cómo nos enfrentamos a ellas de manera activa y con positivismo. Crecimiento personal. Lo que da seguridad a un niño no es la ausencia de adversidades, sino cómo los padres las interpretamos, según nuestros valores. En definitiva, la resiliencia es una oportunidad de crecimiento personal, que nos proporciona más opciones de respuesta y mayor libertad para movernos en situaciones de conflicto.

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