Hijos esclavos de Whatsapp

Esta herramienta de mensajería se ha convertido en una de sus aplicaciones favoritas. Pero, ¿somos conscientes de que genera serios problemas de dependencia y de control hacia su entorno?

Esta herramienta de mensajería gratuita se ha convertido en una de sus aplicaciones favoritas.
Esta herramienta de mensajería gratuita se ha convertido en una de sus aplicaciones favoritas.
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¿Cuándo fue la última vez que nuestros hijos pasaron un día entero sin utilizar el Whatsapp? Imposible recordarlo. Esta herramienta de mensajería se ha convertido en una de sus aplicaciones favoritas. Pero, ¿somos conscientes de que genera problemas de dependencia y de control hacia su entorno? La cuestión la plantea directamente la psicóloga sanitaria Daphné Salamé Palencia. “Por no mencionar -continúa- la negativa repercusión que tiene en sus estudios”. Y es que todos: psicólogos, maestros, padres, incluso hasta ellos mismos, coinciden en que, a la hora de estudiar, Whatsapp es el enemigo perfecto de la concentración y el aliado más fiel de la distracción de nuestros hijos.

Obsesionados con la respuesta inmediata. Con la última función incorporada a esta aplicación, que permite verificar si tu mensaje enviado ha sido leído por el destinatario, se ha incrementado su uso irracional y como medio de control hacia los demás. A todos nos suena la típica frase: «¡No me contesta y lo ha leído!». No es bueno que los chicos se acostumbren a una respuesta inmediata, dejándose llevar por la impaciencia. Enseñarles a ser más pausados enriquece mucho más que vivir obsesionados con los minutos y segundos. Los gestos, el tono de voz, la mirada... En ocasiones, la situación se descontrola y acaba acarreando problemas obsesivos, adición, ansiedad, depresión... Hasta el punto de no ser capaces de comprender algunos comportamientos de los demás, que terminan provocando conflictos sociales, amorosos o malentendidos cuando sacamos conclusiones apresuradas. Y no es de extrañar, ya que la aplicación nos limita únicamente al mensaje escrito y perdemos elementos claves de la comunicación, como los gestos, el tono de voz, la mirada... Es muy importante saber discernir cuándo debemos cortar una conversación ‘online’ porque es necesario mantenerla en persona con nuestro interlocutor. Controlados y controladores. Paradójicamente, a los adolescentes no les gusta ser controlados por los padres y, sin embargo, les encanta controlar a sus amigos o parejas. Esta costumbre de control no es positiva ni para el ‘controlador’ ni para el ‘controlado’. Distracción y bajo rendimiento escolar. Ni que decir tiene que Whatsapp se está convirtiendo en un obstáculo ante los resultados académicos de nuestros hijos. Es uno de los principales motivos de distracción en los estudios y del bajo rendimiento escolar, por no hablar de su uso en los centros educativos durante horario escolar. Ser estrictos en el momento de estudiar es clave: los chavales deben dejar el teléfono móvil fuera de la habitación y limitar su uso a los descansos. Los padres, siempre atentos y precavidos. Como ante toda información que viaja por la Red, debemos ser precavidos. Internet no siempre es lugar seguro; hay que hacerles comprender que no todas las apariencias son reales y que han de tener mucho cuidado con los datos que intercambian y publican en la Red por su seguridad y privacidad propias. Hay que permanecer muy atentos: nuestros hijos pueden estar sufriendo ‘ciberbullying’ (acoso en la Red) de forma camuflada y difundiendo determinados mensajes peligrosos para su seguridad. Por un uso racional y responsable. Evidentemente, no podemos transmitir a nuestros hijos que la tecnología, así, en general, es perjudicial para los estudios o las relaciones sociales; pero sí debemos aprender y saber educarlos en su buen uso, sobre todo, en estos tiempos que corren que exigen a los jóvenes estar presentes en las redes para su propio desarrollo personal y profesional.

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