Miles de firmas contra el "genocidio de ratas" en París

Más de 17.000 personas exigen el cese de la campaña raticida en París, donde se han cerrado jardines por la proliferación de roedores.

Un fotograma de la película 'Ratatouille'
Un fotograma de la película 'Ratatouille'

"Detengan el genocidio de ratas". Es el grito de alarma lanzado por Josette Benchetrit, escandalizada por la campaña emprendida por el Ayuntamiento de París contra la proliferación de los malditos roedores. Nueve jardines públicos, algunos tan céntricos como la zona verde a los pies de la torre Eiffel, han sido clausurados desde finales de noviembre para colocar trampas con cebos envenenados. Las autoridades municipales alegan problemas sanitarios, estéticos y económicos. Pero los amigos de los animales, incluidas las ratas, se resisten a caer en la ratonera.


"Soy psicóloga infantil y estoy horrorizada por la crueldad de los hombres", clama Josette en un manifiesto que en pocos días ha reunido más de 17.400 firmas en internet. "Es un animal inteligente, adorable y simpático que no se merece eso", protesta Marc, uno de los firmantes. La promotora de la petición, psicoanalista de la escuela lacaniana, no teme trazar paralelismos con la suerte del género humano. "Para el Estado Islámico está claro que somos ratas a erradicar", apunta en una comparación arriesgada con los atentados yihadistas que bañaron de sangre París.


La amiga de las ratas ha enviado una carta a la alcaldesa Anne Hidalgo en la que la emplaza a "parar la masacre". "Hay que encontrar otras soluciones, como una política contraceptiva y enseñar a la gente a conocer las ratas para no tenerles miedo, combatir esa fobia". A su juicio, las autoridades sanitarias deben pensar en las personas que "respetan el derecho a vivir de otras especies y sufren por verse impotentes para defenderlas".


El doctor Georges Salines, jefe de los servicios municipales de salud medioambiental, replica que "las ratas son una amenaza sanitaria real. No hay riesgo de enfermedad o de peste, que los parisienses se tranquilicen. Pero son problemas de limpieza, así como una real molestia visual y psicológica", subraya este médico, empeñado en concienciar a la población para que deje de alimentar a las palomas y, de rebote, a las ratas. "Nos hemos visto obligados a cerrar zonas ajardinadas con el fin de evitar que la gente ponga comida", dice antes de dejar claro que "también estamos muy atentos al sufrimiento animal".


Las leyendas urbanas aseguran que en París, con 2,2 millones de habitantes, hay dos ratas per cápita. Últimamente han abandonado las cloacas y salen a plena luz del día en busca de comida en los jardines públicos sin preocuparse de la presencia de niños, turistas o ciudadanos. "Cerrando los parques cegamos el aprovisionamiento a las ratas que tienen hambre y entran en los cepos donde ponemos nuestros cebos", explica el doctor Salines, indignado por los ataques "inadmisibles" contra los funcionarios que "defienden la salud" de los vecinos de la ciudad de Ratatouille.

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