¿Por qué pica el picante?

Sudamos, nos arde la boca, moqueamos... pero para algunos es un verdadero placer gastronómico.

Chiles picantes, aptos solo para paladares resistentes.
Chiles picantes, aptos solo para paladares resistentes.
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La boca arde, sudamos, los ojos se llena de lágrimas, nos moquea la nariz... Para unos es una sensación espantosa y, para otros, un verdadero disfrute. Son los efectos de la comida picante, un placer reservado a los valientes y a paladares bien entrenados.


El picor está producido por la capsaicina, un compuesto que está en las semillas de distintas especies de pimiento y que se usa también para elaborar analgésicos y hasta gas lacrimógeno.


La capsaicina tiene la capacidad de engañar a nuestro cerebro cuando entra en contacto con la lengua. Así, se une con los receptores encargados de detectar las sustancias calientes y estos se activan, convencidos de que algo nos está abrasando la boca.


Eso no es cierto, pero nuestro cerebro cree que sí, y pone en marcha todos los sistemas de alerta para que tomemos medidas y apaguemos el supuesto 'incendio'.


Pero hay algo más: una de las primeras cosas que hacemos es beber agua, y eso no es buena idea. La composición química del agua y la capsaicina son incompatibles, así que beber no aliviará ni un poco el picor, pero ayudará a que las moléculas de capsaicina se extiendan por la boca, aumentando aún más la sensación de ardor.


¿Lo mejor? Tomar algún lácteo, porque estos contienen caseína, un compuesto capaz de disolver la capsaicina.


Nuestro cerebro, además, se acostumbra al picante si lo tomamos con regularidad. Por eso, si alguien a su lado es capaz de comerse sin rechistar una cayena picante, no crea que es más valiente: simplemente, lo ha hecho más veces.

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