¿Por qué ya apenas se recetan supositorios?

Fueron la pesadilla de muchos niños, pero hoy apenas existen fármacos en este formato.

Eran un clásico hace unas décadas: los supositorios
Eran un clásico hace unas décadas: los supositorios
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Fueron la pesadilla de muchos niños de los 70. Ese momento en el que tu madre -o tu padre- te ponía el trasero en pompa y atacaba con un supositorio. Tampoco los adultos se libraban de tener que recurrir alguna vez a semejante tortura.


Pero en las últimas décadas, esos pequeños y resbaladizos contenedores de medicamentos han desaparecido prácticamente del panorama.


Las razones son varias y lo incómodo de su aplicación es una de ellas. Pero además, y a pesar de que la abundancia de vasos sanguíneos en el intestino garantiza una rápida absorción del fármaco así introducido, los médicos comprobaron que no era fácil controlar la dosificación.


Por otro lado, el desarrollo tecnológico ha permitido elaborar pastillas y cápsulas con principios activos que, hasta hace unos años, no podían tomarse por vía oral.


Hoy en día solo se utilizan supositorios en casos en los que el paciente está incapacitado para tragar.


Aunque hay una excepción: los supositorios de glicerina para luchar contra el estreñimiento, que siguen siendo un producto de lo más exitoso.


En este caso, claro, no tienen ningún medicamento y su función es puramente mecánica, ya que ayudan a 'desatascar' nuestro intestino para que vuelva a hacer su trabajo con normalidad.

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