Armani puso de moda aquello de que la arruga es bella. Pero visto el dineral que nos gastamos cada año en cosmética, debía referirse solo a la ropa, y no a las arrugas que nos salen en el rostro y que delatan el inexorable paso del tiempo.

La aparición de arrugas es uno de los síntomas del envejecimiento. Inmediatamente por debajo de la epidermis hay unas fibras de tejido conjuntivo que sostienen y dan tersura a la piel. Están compuestas por colágeno, un material que fabrican unas células especializadas de la dermis: los fibroblastos.

Con el paso de los años, baja la producción de colágeno, y este además pierde rigidez y cede, lo que conlleva la formación de arrugas.

Este proceso se acelera debido a otra proteína dérmica, la elastina -cuyo deterioro se traduce en una merma de su elasticidad natural-, así como por la pérdida de tejido graso, que al desaparecer deja a la piel sin su 'relleno', por lo que se acaba arrugando .

Una de las causas del deterioro de nuestra dermis es la exposición a la luz ultravioleta. Por eso, quienes han abusado del sol tienen más arrugas que la gente que se ha protegido. Bien lo saben las mujeres orientales, que huyen de la luz solar y logran llegar a la vejez con pieles mejor conservadas que las occidentales.