¿Pagaría 50 euros por 5 patatas fritas?

Una cervecería sueca saca a la venta un 'snack gourmet' que considera el acompañamiento perfecto para sus ales, IPAS y pilsners.

Las exclusivas -y carísimas- patatas de St Eriks.
Las exclusivas -y carísimas- patatas de St Eriks.
St Eriks

Cinco patatas fritas por 50 euros. A 10 euros la patata. ¿Una locura? Quizá, pero es la propuesta que ha lanzado la cervecera sueca St. Eriks, que asegura que estos chips son el aperitivo perfecto para combinar con sus cervezas.


En realidad, no se trata de simples patatas fritas. El 'snack' se parece más a las patatas tipo 'pringles', solo que incluye exclusivos ingredientes que, se supone, justifican su elevado precio. En su receta hay setas matsutake -consideradas las más caras del mundo- recogidas en los bosques del norte de Suecia, trufas de mar de las islas Feroe, eneldo de la península de Bjäre, mosto de cerveza Indian Pale Ale (IPA) y patatas almendra de la región de Ammärnas. Además, cada una ha sido hecha a mano por el chef Pi Le, del complejo hotelero Tännäskröket.


¿Merece la pena semejante precio por solo cinco patatas? Bueno, está claro que se trata de un capricho algo excéntrico, pero St. Eriks sacó a la venta cien cajas de este aperitivo y las vendió todas casi al instante. La marca asegura que se trata de "el chip más exclusivo del mundo" y está claro que la exclusividad funciona. Las cinco patatuelas vienen presentadas en una preciosa caja negra, con letras doradas, que destacan su tono dorado. Y para que no haya dudas, cada caja va acompañada de la documentación que garantiza su autenticidad.


Las patatas fritas más caras del mundo



En realidad, en St Eriks están muy orgullosos de su cerveza y creen que hacía falta un aperitivo "que estuviese a su altura". Aunque las patatas combinan bien con toda su gama de bebidas, desde la cervecera recomiendan especialmente tomarla con su IPA.


La primera fábrica de cervezas de St Eriks abrió sus puertas en Estocolmo en 1859, convirtiéndose en la más popular de la ciudad. Un siglo después, en 1960, la cervecería cerró y la marca desapareció.


En 2010, sin embargo, y cincuenta años después, St Eriks regresó con una nueva planta dedicada a la fabricación de cerveza artesana. 'Amor y lúpulo' es el lema que han elegido para esta nueva etapa, pero visto el éxito de sus aperitivos gourmet a lo mejor tienen que cambiarlo por algo como 'Amor, lúpulo y picoteo'. Aunque sus 'snacks' sean solo para caprichosos con el bolsillo bien cubierto...

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