La resaca más larga de la historia

Un ciudadano estadounidense llevó el filo de una navaja en el estómago durante treinta años.

Noticia publicada en HERALDO DE ARAGÓN el 22 de julio de 1966.
Noticia publicada en HERALDO DE ARAGÓN el 22 de julio de 1966.
Documentación

Se cumplen 50 años de una de esas historias increíbles que salen al final de los informativos. Como ocurrió antes de que existiera Harry Potter, no pueden hacerse comparaciones serias entre el joven mago y este ciudadano estadounidense de idéntico apellido que llevó el filo de una navaja en el estómago durante treinta años.


Bien pensado, parece una historia de faquires en vez de un truco de magia. Una borrachera y la típica pelea por pagar las copas tuvieron la culpa: el terrible hallazgo tardó tanto porque el afilado inquilino de Louis Potter no había tocado ningún nervio durante todo ese tiempo. Quizá el aumento abdominal que suele traer la edad tuvo la culpa…


NUEVA YORK, 21. (Efe). El paciente tenía clavada desde hace 30 años la hoja de una navaja en el vientre y no se dio cuenta de ello hasta ahora.


Louis Potter fue trasladado rápidamente a un hospital, aquejado de fuertes dolores en el vientre. Sometido a la acción de rayos X, se pudo comprobar la causa: la hoja de la navaja de acero inoxidable que se había clavado hacia 30 años, había interesado un nervio, provocándole agudos dolores.


Los médicos quedaron sorprendidos al intervenir, porque al abrir no comprobaron la existencia de herida alguna y no podían hacerse idea de cómo pudo alojarse la hoja en el vientre del paciente.

Fue el propio Potter quien, al acabar la operación y una vez desaparecidos los efectos de la anestesia, aclaró los hechos.


Reveló a los médicos de Falls City, California, donde fue intervenido, que él y un amigo estuvieron bebiendo una noche del año 1935. Cuando tenían una copa de más, se entabló entre ellos una disputa porque ambos querían ser el último en pagar la consumición.


Hubo cambio de palabras y algún golpe que otro, pero la cosa no pasó a más. Pero inmediatamente después, Potter notó un ligero dolor en su vientre, al que no hizo caso. Su amigo le mostró la navaja rota. Potter no tenía idea de que la hoja que faltaba se hallaba incrustada en su vientre.


"Creí que se trataba de un pequeño arañazo, me puse yodo y me vendé, olvidándome del resto. Junto con mi amigo, estuve buscando por el bar la hoja de la navaja. Como no la encontramos, seguimos bebiendo y nos olvidamos de todo".


Desde hace 30 años, la hoja de la navaja no ha molestado a Potter, hasta que comenzó a sentir los dolores agudos que le hicieron acudir a los médicos. Como pudieron comprobar estos, la hoja no le molestó al paciente antes, porque había permanecido incrustada en la carne, pero si cuando llegó a interesar, recientemente, un nervio.


Recopilado por Elena de la Riva y Mapi Rodríguez. Documentación de Heraldo de Aragón.

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