“Hola. Siento comunicaros que he muerto”

Hace medio siglo, Heraldo se hizo eco de un curioso servicio funerario procedente de Estados Unidos.

Noticia publicada en Heraldo de Aragón el 3 de abril de 1966.
Noticia publicada en Heraldo de Aragón el 3 de abril de 1966.

¡Qué mejor manera que enterarte del fallecimiento de alguien que a través del propio muerto! Esto es lo que pensó una funeraria de Norteamérica hace ahora 50 años. Entre los servicios que ofreció a sus clientes potenciales allá por 1966 figuraba la grabación en disco de un mensaje de despedida del propio fallecido, con un anuncio previo de un familiar, para su envío a los allegados.


Una empresa de pompas fúnebres norteamericana establece un sistema de participaciones de defunción grabadas en disco por el futuro cadáver.


Documentación


NUEVA YORK (Crónica especial para Agencia Fiel Deri).

"El disco y la cinta magnética han reemplazado desde hace mucho tiempo a la vieja letra. En Estados Unidos, si uno quiere estar de moda, no escribe ya para felicitar o para declararse, sino que envía su voz. Aderezada preferentemente con un fondo sonoro: música, canto, susurrar de arroyuelos o rugidos del león, según se elija.


El ultimísimo grito en este terreno acaba de aparecer en Norteamérica. Registrar la voz con consejos paternales o maternales para que después de la muerte los hijos y nietos puedan escucharla y meditar sus sabias palabras, no es nuevo. Ahora una empresa de pompas fúnebres (ya se conoce el lujo y los precios astronómicos de los entierros en Norteamérica) ha encontrado algo mejor.


En una circular dirigida a sus futuros clientes, les pide que graben «aunque se sientan aún en perfecta salud» algunas palabras de adiós dirigidas a sus amigos. La empresa clasificará en sus archivos la participación y sólo la sacará cuando se produzca la muerte.


Entonces, mediante un montaje sonoro, los adioses serán precedidos por el anuncio de la muerte, con voz doliente, por la viuda o algún otro miembro de la familia, y el conjunto será enviado a amigos y vecinos, en disco a manera de participación de fallecimiento.


La circular añade que habrá a disposición de los futuros desaparecidos un grupo de especialistas para la redacción «digna y sencilla » de su último mensaje.

No se precisa, sin embargo, a partir de qué edad convendrá adoptar esas precauciones. Sobre todo cuando una desgracia, en forma de accidente de circulación o de guerra en Vietnam, llega tal pronto.


Lo mejor sería quizás que, a partir de los 18 años, como más tarde, cada uno registre sus «últimas palabras » sin perjuicio de volver a empezar periódicamente.

Después de cada divorcio o nuevo matrimonio, por ejemplo".


Irma Gold


(Noticia de hemeroteca recopilada por Elena de la Riva y Mapi Rodríguez. Documentación de Heraldo de Aragón)

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