¿Tiburones? No, inspectores de Hacienda

Ana Boyer nada feliz entre escualos, mientras la baronesa Tita Cervera se recupera del susto de haber tenido a la Guardia Civil a bordo de su yate ‘Mata Mua’, donde recibió una notificación del fisco

Ana Boyer ya tiene su propio nombre sioux, en plan Kevin Costner. Si al actor, en la famosa película, los indios lo llamaban Bailando con Lobos, a la hija menor de Isabel Preysler podríamos denominarla Nadando con Tiburones. Ana ha colgado una foto en su cuenta de la red social Twitter en la que aparece sumergida en un mar transparente y turquesa junto a un par de escualos y la ha titulado con una de las exclamaciones más disuasorias que existen: «¡Tiburones!». 


No es por quitarle mérito a la bella novia de Verdasco, pero esos ‘tiburcios’ (como los llaman en México) tienen poquito peligro. Son (por experiencia lo digo) tiburones ‘nodriza’, también llamados ‘gata’. Comparados con otros escualos, la suya es apenas una boquita de piñón con dientecillos de leche, y a la hora de alimentarse no muerden sino que succionan moluscos y crustáceos. Alguna vez han atacado al hombre, sí. Pero solamente porque el hombre se lo merecía (hay plastas que insisten en tirarles de la cola). Y por suerte, ese no parece ser el caso de Ana Boyer, una chica de educación exquisita.Tita se hace la suiza

Carmen Cervera no ha avistado este verano tiburones, aunque ella tal vez diría que sí, y que además tenían unas poderosas mandíbulas y llevaban traje y corbata... A finales del pasado mes de julio, según ha trascendido ahora, unos inspectores de Hacienda, escoltados por una pareja de la Guardia Civil, abordaron el yate de la baronesa en plan ‘Montoro llama, dele la bienvenida’. Es decir, por sorpresa y sin intención ninguna de rendirse.

Según ha publicado ‘La otra crónica’, el propósito de los funcionarios que se subieron a su yaete era entregar una notificación, como si Tita no tuviera casas suficientes a las que enviarle una carta. ¿Morosa la multimillonaria viuda del magnate ‘Heini’ Thyssen? No exactamente. Lo que pretende Hacienda es que aclare cuántos días reside al año en España y si son los suficientes como para obligarla a realizar en su país natal la declaración de la renta. Y es que en asuntos fiscales Tita no se hace la sueca, se hace la suiza, que es casi peor.


«Nadie espera a la Agencia Tributaria Española», debía de pensar Carmen Cervera, en plan Monty Python. Menos aún, cuando estás a bordo del despampanante ‘Mata Mua’. Y cuando justo acabas de apoquinar, sin rechistar, nada menos que dos millones de euros al fisco de tu país, por una investigación anterior. Lo malo es que la baronesa ni siquiera pudo esgrimir al ser abordada por los funcionarios de Hacienda el típico: «Usted no sabe con quién está hablando», porque, al ser tan famosa, eso es sencillamente imposible. Dicen que el requerimiento le supo a atropello y le sentó peor que si la hubiera asaltado una banda de piratas. Un verano muy español

Estaban con ella su hijo Borja con su embarazadísima mujer, además de sus nietos, que apenas acaban de conocer a su abuela y tal vez pensaron que esos guardias se la llevaban a la Penitenciaria de Springfield, como en ‘Los Simpson’ (un trauma para toda la vida). Así que según desembarcaron los inspectores con la pareja de la Guardia Civil, Tita Cervera se puso en contacto con sus abogados. La decisión ha sido enviar una carta al presdiente del Gobierno, Mariano Rajoy, y no precisamente de amor. 


El problema con Carmen Cervera es que es tan omnipresente en los medios de comunicación españoles que parece que viva en España el año entero, o al menos más de esos 183 días que marca la ley para obligar a hacer aquí la declaración de la renta. Sobre todo, este verano, por su sonada reconciliación con su hijo. Claro que una cosa es el domicilio fiscal y otra el mediático. Y el primero Tita asegura tenerlo en Lugano, una localidad suiza al borde de un lago de aguas tranquilas y, por supuesto, exentas de tiburones.