Todas para uno

Antonio Banderas se olvida del duelo y ejerce de alegre divorciado en la Costa Azul flirteando en la discoteca l’opera hasta con tres mujeres a la vez

El actor Antonio Banderas lleva un 'latin lover' en su interior.
Todas para uno
R. C.

Andaba Banderas con el apellido a media asta. Como mustio. «Es un verano raro», comentó durante su estancia en Marbella. Y al decirlo se le veía un fondo tristón en la mirada... No es que se pasara la gala Starlite llorando. Bailó lo que tuvo que bailar y sonrió lo que tuvo que sonreír. Pero en plan profesional, porque el recién divorciado no estaba exactamente pletórico ni era el tipo alegre y vacilón de los buenos tiempos con Melanie Griffith. Sin embargo, o ha superado el duelo en apenas dos meses, o ha decidido (hombre al fin) tirar por la calle del medio, porque ha sido llegar a Saint-Tropez y, por si le faltaba la chispa, se ha puesto a encender una bengala tras otra. Durante su estancia en la Costa Azul, el actor ha protagonizado su propia versión de ‘Fiebre del sábado noche’ y ‘En busca del tiempo perdido’. Y aún le ha quedado tiempo para un ‘remake’ de ‘La alegre divorciada’, en versión masculina, y ‘Los tres mosqueteros’ bajo el lema de: «Todas para uno (o sea, él) y uno para todas». 


Lo dicen las fotos que le han tomado en la discoteca L’Opera de Saint-Tropez, donde lo mismo le vemos agarrando por la cintura (algo más abajo) a una escultural rubia vestida de blanco, bailando con una belleza de pelo castaño vestida de negro y susurrando al oído a una morena con un vestido de flores. No hay audio. Pero no hace falta. La banda sonora de esa noche loca de Banderas no puede ser otra que el grito de guerra de Pocholo: ¡Fiestaaaa! Es típico de nuestros actores decir lo que piensan y revelarse tal como son en cuanto ponen un pie en el extranjero. Tal vez por eso la costa mediterránea francesa ha logrado lo que no consiguió la española: sacar el Casanova que por lo visto el actor lleva dentro. Y que tal vez ha estado reprimiendo (al menos públicamente) durante los casi 20 años que estuvo casado. 


¿Qué piensa de todo esto su exmujer, Melanie Griffith? Por el momento, no se ha pronunciado. Solo se la ha visto en un salón de belleza de Los Ángeles haciéndose la manicura. Pero como Banderas siga profundizando en su nuevo papel de ‘latin lover’, Melanie ya no se va a conformar con borrarse ese tatuaje, ni con cortarse las uñas. Va a desear que le amputen el brazo... «Estoy bien –repite la actriz a cuantos se interesan por su estado de ánimo–. Mis hijos están casi criados y acabo de divorciarme. ¿Qué más se puede pedir?». Pues nada, mujer. A eso le añades una manicura y una pedicura bien hechas, y el nirvana. Lo malo es que mientras una mujer recién divorciada puede encontrar consuelo en un salón de belleza, un hombre normalmente necesita algo más fuerte que el placer de que le retiren las cutículas.


Banderas acabó apagando su fiebre de sábado noche y su sed de seducción en el mar, a bordo de un yate y junto a una de sus tres acompañantes: la de larga melena castaña que iba vestida de negro en la disco y que más tarde se puso un traje granate para el paseo náutico. Sin embargo, algunos identifican a la rubia del vestido blanco como la mujer con la que se vio flirteando al actor en mayo, durante el pasado festival de Cannes. Si todavía siente algún rescoldo de los celos que la abrasaron de casada, Melanie puede respirar tranquila. Cuando hay tantas chicas en la vida de su ‘ex’ es porque en realidad no hay ninguna. Además, Antonio todavía podría justificar su actitud sin necesidad de recurrir al manido «creo que me echaron algo en la bebida». Puede decir que todo obedece a la necesidad de acercarse a su próximo personaje en el cine, el también malagueño, genial y compulsivamente mujeriego (tuvo siete mujeres), Pablo Picasso.