Estrellas fugaces

La lluvia de Leónidas alcanzará su máxima actividad al amanecer

El máximo de actividad para 2012 tendrá lugar la noche del 16 al 17 de noviembre, si bien los aficionados a este fenómeno deberán estar atentos a las horas antes del amanecer del día 17.

La lluvia de Leónidas será visible a partir de esta noche y alcanzará su etapa de máxima actividad al amanecer, cuando cerca de 200 meteoros por hora atravesarán el cielo, si bien será imposible ver este número, ya que la mayoría de ellos se perderán en la alta atmósfera y no serán visibles a simple vista. 


Según explica la Asociación Astronómica de España, el máximo de actividad para 2012 tendrá lugar la noche del 16 al 17 de noviembre, si bien los aficionados a este fenómeno deberán estar atentos a las horas antes del amanecer del día 17.


Además, el día 20 de noviembre alrededor de las 7 horas de la mañana se producirá otro pico de actividad para los que no hayan disfrutado antes de la lluvia de estrellas. En cualquier caso, la mayoría de los meteoros se perderán en la alta atmósfera y no serán visibles a simple vista, por lo que el número que será visible rondará los 15 meteoros por hora.


Las lluvias de estrellas fugaces, de las que se conocen más de 140 al cabo del año, son en realidad pequeños fragmentos (rocas y hielo) que entran en nuestra atmósfera de cuerpos estelares procedentes en su mayoría de los denominados cometas.


Los cometas, que son rocas envueltas en hielo, de muy diversas medidas, que van desde pocos cientos de metros de diámetro hasta varias decenas de kilómetros, en sus aproximaciones al Sol, e incluso cuando rebasan la órbita de Júpiter y se dirigen hacia el Sistema Solar interior pasando por Marte, la Tierra, Venus y Mercurio, se desprenden de pequeños trozos de hielo y pequeñas rocas de su superficie, debido al calor que empiezan a recibir del Sol.


El hielo de su superficie se sublima y esto provoca reacciones y transformaciones en el cometa, en ocasiones incluso llegan los cometas a fragmentarse por completo y desaparecer con el tiempo.


Todas estas partículas, en su mayoría, diminutas, quedan flotando en el espacio coincidiendo con la órbita del cometa, y son de muy diversos tamaños, es decir, se va ensuciando de esta materia la 'carretera' por la que pasa el cometa. Si la Tierra en su órbita alrededor del Sol, atraviesa esa 'carretera', comienza la citada lluvia de estrellas.


Lo curioso de la Leónidas, según explica este instituto, es que los restos que deja el cometa Tempel-Tuttle 1866 I y que atraviesa la Tierra el 17 de noviembre, no están distribuidos en la órbita de forma uniforme, ya que si así fuera, todos los años podríamos contar más o menos con el mismo número de estrellas fugaces por hora.


Por el contrario, hay años en los que la Tierra atraviesa los restos de este cometa y se encuentra con las partículas mayores y si encima, el número es abundante, nos encontramos con una verdadera 'lluvia de fuegos artificiales', que llamamos tormentas meteóricas

'Bolas de fuego' en 1799

Entre las anécdotas que ha generado este fenómeno, se puede remontar al año 1799 cuando miles de testigos en la parte más septentrional del hemisferio norte pudieron contemplar estrellas fugaces del tamaño y brillo de la Luna llena (denominadas bolas de fuego). 


Aquellos lejanos observadores, contemplaron más de 1.000 estrellas fugaces por hora y además caían de forma incansable durante más de 4 horas. Estas lluvias de estrellas fugaces se repiten cada 33 años, por lo que se deduce que la Tierra pasa por el lugar más denso de detritos que ha ido dejando en su órbita el cometa Tempel-Tuttle, aunque no siempre ocurre así


En 1966 se volviaron a rebasar todos los pronósticos y se pudieron ver, fotografiar y estudiar con detenimiento la lluvia, que alcanzó su máximo apogeo el 17 de noviembre con unos 100.000 meteoros por hora. Asimismo, una de las más importantes lluvias de los últimos años fue la de 2001 con más de 1.500 meteoros por hora.

El fenómeno de Utah

El último caso llamativo tuvo lugar en el año 2009, cuando se esperaba una lluvia de las Leónidas moderadamente alta, en la noche del 17 al 18 de noviembre. Se estimó un número de 500 estrellas fugaces por hora en el mejor de los casos.


El miércoles 18 de noviembre de ese mismo año, una luz cegadora y en plena noche sorprende a los habitantes del estado de Utah en el suroeste de los Estados Unidos. Numerosos testigos de los más de 2,6 millones de habitantes del estado filman con sus cámaras una impresionante luz que procedía del cielo y que durante pocos segundos hizo que la noche se convirtiera en día.


Al mismo tiempo, la impresionante luz pudo verse desde los estados colindantes con Utah y a cientos de kilómetros como Idaho, Wyoming, Nevada o desde la lejana ciudad de Los ngeles en California.


Según los expertos, todo apunta a que el evento acaecido se trataría de un resto del enjambre de las Leónidas; un meteoro, cuyas dimensiones, por el efecto de luz podría llegar a medir unos 25 centímetros de diámetro. Ahora, la investigación se centra en los posibles restos que hayan caído tras la explosión del meteoro, puesto que hay que buscarlos, encontrarlos y analizarlos.