Isabel Rodríguez Romero: “Al Plata venían a verme tanto soldados como mandos”

?Presenta ‘Ausencia: mi voz a ti: Cernuda’ con Gustavo Adolfo Núñez en el Teatro de las Esquinas, en el ciclo ‘Sin fronteras’.

Isabel Rodríguez Romero.
Isabel Rodríguez Romero.

Isabel Rodríguez Romero es sevillana, simpática y rubia, licenciada en Historia del Arte y bailarina. Hoy y mañana, a las 21.00, en el Teatro de las Esquinas, con La Dama de noche y Factory Producciones presenta la función “Ausencia: mi voz a ti, Cernuda”, cuyo título parece inspirarse en el poemario ‘La voz a ti debida’ de Pedro Salinas. Isabel también es ex militar de profesión: precisamente Zaragoza fue su primer destino como soldado hace ahora siete años, en 2008, tras haber hecho la instrucción en Valladolid. Un día un amigo le dijo que en El Plata, que estaba a punto de volver a abrir al público, necesitaban artistas. Y ella mandó su currículum, al que añadió una nota simpática. “No me tires antes de leerme”. Alguien, quizá Loreto, la productora y asistenta de Bigas Luna, reparó en ese detalle y la llamó. Era el año 2009.


-Y a partir de ahí, todo fue coser y cantar...

-Fue bien. Me hicieron varias pruebas, conocí a Bigas, me grabó en vídeo en dos ocasiones y finalmente me contrató como bailarina de flamenco fussion solo y exclusivamente.


-¿Qué tenía que hacer?

-Bailaba, claro. Preparaba las coreografías y elegía las músicas. Bigas las oía y me veía, y a veces aceptaba todo o me sugería cambios, matices. Bailaba y salía en top less.


-¿Qué pasó en la Academia?

-Ja, ja, ja. Que me convertí en un mito castrense. Se corrió la voz y la noticia de que una soldado actuase en el Plata corrió como la pólvora. Y empezaron venir tanto soldados como mandos. Había piropos del tipo “guapa, guapa, guapa”, pero también ligeras aclamaciones: “Isabel, Isabel, Isabel”. Estaba y no estaba incómoda porque yo en mi trabajo en el ejército siempre he sido muy seria.


-¿No oía chistes o percibía sonrisitas, alusiones después?

-No. Yo era la secretaria del capitán y del brigada y hacía mi trabajo. Si había que ir de maniobras o de tiro, allá me iba. Lo más extraño que me ocurrió fue que un soldado se obsesionó conmigo, venía a todas las sesiones, hubo que prohibirle la entrada porque era algo excesivo y un día acabó clavándome un hacha en el codo. Siempre he pensado que quizá estuviese algo enfermo.


-¿Cómo le va?

-Bien, bien, no hay queja. Ahora seguimos trabajando y me desnudo por completo con todo el arte que puedo. También he participado en una performance en el Museo Thyssen con motivo de la exposición de Edward Hopper y su cuadro ‘El sol de la mañana’: le daba vida real a uno de sus cuadros.


-¿Desde cuándo le atrae Luis Cernuda?

Desde siempre. Soy sevillana como él, lo he leído en el colegio, he oído sus poemas, me he interesado por su vida y por la de otros poetas de la generación del 27. Y de alguna manera este espectáculo, en el fondo, es algo muy natural. Me estaba esperando ahí.


-¿Qué podemos ver en ‘Ausencia: mi voz a ti: Cernuda’?

Un espectáculo de danza, de poesía y de música. Hemos elegido cuatro poemas, ‘El magnolio’, ‘El tiempo’. ‘Si el hombre pudiera decir lo que ama’, uno de los más bellos poemas de amor que conozco, y ‘La soledad’. Son poemas sobre el paisaje, la pasión, la ausencia, el dolor, la emoción o la melancolía.


¿Cómo define la obra?

Como un espectáculo muy colorista, lleno de plasticidad y de movimiento, donde se oyen los poemas y se oyen algunas piezas de música de René Aubry, la banda sonora de ‘La teoría del todo’, el grupo sevillano UHF, Gipsy Kings y un solo de cajón, de un gran músico, muy amigo mío, Alejandro Sánchez ‘El tumbaíto’.


-¿Quién la acompaña?

El bailarín venezolano Gustavo Adolfo Núñez. Hacemos dúos, solos. Él está especializado en danza contemporánea y teatro musical y se ha implicado mucho en esta obra.


-Usted también es historiadora del arte. ¿Qué lugar ocupa la creación artística en su vida?

-Mucha. No dejo ese campo. Me apasiona el siglo XIX y parte del XX: Julio Romero de Torres, Delacroix, Gericault, en concreto su cuadro ‘La balsa de la Medusa’. Y desde hace un tiempo estoy muy interesado en la pintura y el dibujo de toda la familia Bécquer: el padre y el tío de los Bécquer, Valeriano y Gustavo Adolfo. Esa familia es una de mis grandes debilidades. Creo que Bécquer fue uno de los grandes inspiradores de la obra de Luis Cernuda.


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