Aventuras de verano / 41

"La primera vez siempre es inexperta e indómita"

Enrique Cebrián es profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Zaragoza y ha publicado el poemario ?Con la sola certeza?.

Enrique Cebrián pasa sus veranos en Sirualas.
?La primera vez siempre es inexperta e indómita?
MARÍA LANUZA

Enrique Cebrián Zazurca (Zaragoza, 1978) es profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Zaragoza. Ha publicado recientemente el poemario ‘Con la sola certeza’ (PUZ, 2012), en la colección La Gruta de las palabras que dirige Fernando Sanmartín, y el dietario ‘Estancia de investigación’ (Libros del(a) Imperdible, 2013), la editorial de David Giménez.


-¿Cuál es su autorretrato inmediato: profesor, poeta, narrador, diletante, explorador?

Alguien que pasa por aquí tratando de fijarse en las cosas y de disfrutar lo máximo posible.


-¿Cómo está la Universidad de Zaragoza por dentro? ¿Cómo la vive un profesor joven en un momento en que las rebeldías parecen aplacadas o dormidas?

No es un buen momento para la Universidad: dificultades de acceso y de promoción, recortes en el gasto, planes de estudio alejados de la realidad del aula, etc. Junto a todo eso está, sin embargo, el placer personal de dedicarse a una profesión estupenda.


-¿Qué suele hacer en verano? ¿Es de playa, ciudad, montaña o pueblo?

De playa. Todos los veranos voy a Sirualas. Siempre el mar y siempre el mismo mar. Aunque Zaragoza en verano es una ciudad llena de sorpresas, idéntica y a la vez tan distinta a sí misma.


-¿El viaje y la ciudad de verano de su vida? ¿En qué consiste para usted viajar?

Viajar es observarse desde otra perspectiva, también tratar de “que muchas sean las mañanas de verano”, como decía el poeta Constantino Cavafis. La ciudad de verano de mi vida sería París y el viaje son los repetidos viajes a Sirualas, que acaban por fundirse en uno solo.


- Acaba de publicar, precisamente, un diario sobre su estancia en París. ¿Qué hizo allí y cómo ha vivido la ciudad?

Fui a hacer una estancia de investigación universitaria en el Centre de Recherches Politiques. De esa estancia, de mis paseos por la ciudad, de algunos pensamientos y de otras cosas que allí hice es de lo que hablo en ese dietario que se llama precisamente ‘Estancia de investigación’. Unos amigos que trabajan en la editorial Planeta me dijeron que era un título horrible, jaja.


- El verano está asociado a la infancia y a la adolescencia. ¿Le persigue algún recuerdo especial?

Pese a ser repetitivo, lo mejor son mis recuerdos de todos los veranos en Sirualas. El verano era la libertad y una intensidad que desaparecía en los inviernos.


-¿Sus canciones del verano y los conciertos de su vida?

Me temo que son canciones demasiado horteras como para confesarlas en público…


-¿Quiénes serían sus poetas predilectos y sus dos o tres poemarios claves, los que recomendaría para leer estos días?

Recuerdo tres poemarios que para mí fueron importantes en distintos veranos: ‘Las personas del verbo’, de Jaime Gil de Biedma; ‘Por fuertes y fronteras’, de Luis Alberto de Cuenca y ‘Antes del hielo’, de Fernando Sanmartín.


-En su libro reflexiona mucho, desde París, sobre Zaragoza y algunos de sus personajes: los escritores Félix Romeo, Fernando Sanmartín, Juan Luis Saldaña, el bibliófilo José Luis Melero... ¿Cómo ve la ciudad: qué le gusta, qué le disgusta?

No es casualidad que sea necesaria la distancia para pensar sobre la ciudad de cada uno. Pensar en tu ciudad es de alguna manera una forma de introspección. Me interesa mucho Zaragoza como tema literario. Tanto por el tono, como por la cantidad de autores que tratan el asunto, creo que por suerte cada vez estamos más lejos de aquella “zaragozana gusanera” de la que hablaba Miguel Labordeta.


-¿Cuál sería el menú de un día perfecto?

Amor, familia, mar, amigos, libros, fiesta.


-¿Cuál ha sido el gran personaje, real o de ficción, de tus vacaciones?

Sin duda y para siempre, mi hija Julia, que llegó este verano.


-¿Cómo fue su primera vez?

La primera vez siempre es inexperta e indómita. No obstante, todavía no he llegado a arrepentirme por publicar algunos de esos primeros versos. Quizás sea un defecto. ¿Era esta la pregunta, no?


-¿Cuál es la mejor o la más extraña anécdota veraniega vinculada a su profesión?

Más que una anécdota: fue en verano cuando terminé mi tesis doctoral.


-Está vinculado a editoriales más bien artesanales. O alternativas. ¿Cómo ve el mundo editorial, cómo asume la llegada del libro digital? ¿Está pasando algo especial en el panorama cultural?

Formo parte del proyecto de la editorial Comuniter y estoy muy cerca, por amistad o por haber publicado allí, de otros como los de David Giménez o Víctor Guíu. Creo que vivimos, en general y en Aragón en particular, un magnífico momento en el mundo de la edición. El ingenio y las ganas de hacer cosas están venciendo a todas las crisis. El libro digital ya está aquí, todo es complementario. Los soportes son importantes; de hecho, el objeto libro me parece una de las creaciones más refinadas y perfectas de la humanidad. Pero el libro digital también pasará y quedará, como siempre, la literatura.