10 rincones que vale la pena redescubrir en Zaragoza

El verano se presta a adentrarse en la ciudad, curiosear y aprender.

La iglesia de las Fecetas.
La iglesia de las Fecetas.
Sandra Lario

El verano es un buen momento para redescubrir la ciudad. Hay menos gente, más tiempo y la curiosidad puede vagabundear con libertad. Esta semana presentamos 10 rincones de Zaragoza a los que no siempre prestamos la atención merecida.

La iglesia de las Fecetas

La pequeña iglesia de las Fecetas, perteneciente a un monasterio del que aún se conservan también medio claustro con su pozo, es una joya del barroco aragonés, recubierta de maravillosas yeserías. En este año, en el que se cumplen 500 años del nacimiento de Santa Teresa, Zaragoza recuerda este antiguo monasterio de carmelitas descalzas dedicado a ella. Esta iglesia está ubicada en el nº 5 de la calle de Santa Lucia y su entrada es totalmente gratuita.

La torre de los italianos

Enorme, visible desde muchos puntos, pero ¿cuántos han estado en su interior y saben que es un gran cementerio en el que descansan los cuerpos de la mayoría de los italianos muertos en la Guerra Civil?. La mayor parte de estas tumbas pertenecen a las tropas enviadas por Mussolini y también miembros de las Brigadas Internacionales. La torre se ubica en el nº 10 del paseo Cuéllar y su precio de entrada es de 8 euros -7 para los menores de 26 y jubilados, y 4 para parados-.

La Maestranza

Zaragoza conserva varias casas del Renacimiento, pero ninguna tan completa como la que se hizo el jurista Miguel Donlope a mediados del siglo XVI, pues en ella no solo merecen atención zonas de una belleza artística fascinante (fachada, zaguán, patio, escalera, sala y alcobas), sino también espacios de servicios, como las caballerizas o el patio trasero. El conjunto del alero y los techos de madera de la escalera, la sala y las dos alcobas es de lo mejor del Renacimiento español. La Maestranza se encuentra en el nº 21 de la calle Dormer y su precio de entrada es de 2 euros -gratis para mayores de 65 y desempleados-.

El Canal Imperial

Si pensamos que el Canal es solo una cinta de agua nos estamos olvidando que para que ese agua pudiera discurrir sin problemas y los barcos navegar por ella hubo que hacer una gran cantidad de infraestructuras, la mayor parte de las cuales siguen en pie. Quiere ser también un homenaje a los miles de artesanos, campesinos, soldados y presidiarios que, liderados por Pignatelli y otros ilustrados, hicieron posible esta joya ambiental y paisajística, una de las obras más importantes que se han hecho en la historia de la ciudad de Zaragoza. El Canal Imperial divide en dos partes a la ciudad con sus 41 kilómetros de longitud en territorio zaragozano.

El barrio de la Cartuja Baja

Con lo grande que es suena raro que sea un desconocido, pero lo cierto es que muchísimos zaragozanos no han estado nunca y no se imaginan lo que se pierden. Una cartuja convertida en barrio en la que en el patio delantero de la iglesia ahora hay terrazas, las galerías de los claustros se han convertido en calles y el cementerio de los monjes, en el parque en el que juegan los niños. El barrio de la Cartuja se sitúa a seis kilómetros de la capital aragonesa.

El Rincón de Goya

El primer edificio racionalista construido en España, obra de Fernando García Mercadal (miembro del GATEPAC, el Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea). En aquel momento no gustó demasiado y luego se le dieron otros usos que lo transformaron, por lo que la ciudad lo fue olvidando. Sigue allí para recordarnos que Zaragoza celebró el primer centenario de la muerte de Goya, no con un monumento tradicional, sino de una manera totalmente innovadora: con un centro cultural construido con las formas de la arquitectura más moderna que se hacía entonces en el mundo. El centro se encuentra en el Parque José Antonio Labordeta y puede visitarse libremente cualquier día entre semana.

El Museo de Tapices

Una de las mejores colecciones de tapices que existen en el mundo, con piezas únicas y de una calidad fabulosa, aun así un auténtico desconocido en la ciudad. Es uno de los grandes tesoros de Zaragoza y Aragón, una verdadera joya a reivindicar. Se completa además con una colección de importantes piezas de orfebrería, pinturas, esculturas, ornamentos sagrados y varios relicarios, entre los que se encuentra el cráneo de Santo Dominguito del Val o el busto de San Valero, patrón de la ciudad. El museo se ubica en la plaza de la Seo y su precio de entrada es de 4 euros -3 para menores de 18 y mayores de 65-.

El Museo de la Torre Nueva, en Montal

La Torre Nueva es, de todo el inmenso patrimonio que Zaragoza ha perdido, la edificación que más sigue en la memoria de los zaragozanos, aunque hace más de un siglo que ya no está ahí y es muy difícil que alguien la recuerde. Visitar el pequeño museo dedicado a ella en Montal es una experiencia muy interesante, ya que se conservan todo tipo de objetos curiosos como dibujos, fotografías, la esfera y la maquinaria del reloj o guitarras hechas con la madera de las vigas. Toda esta colección se encuentra en la calle de la Torre Nueva nº 29 y su acceso es totalmente gratuito.

El cementerio antiguo de Torrero

Cada vez menos, pero el cementerio de Torrero sigue siendo un lugar desconocido para multitud de zaragozanos. Es un lugar de gran interés, y no solo por el patrimonio que atesora, sino también porque hay una parte de nuestra historia que solo se puede contar allí. Lleva en Zaragoza desde 1834 y en sus muros se llevaron a cabo fusilamientos durante la Guerra Civil. Contó con varias zonas diferenciadas para el enterramiento de alemanes, italianos y musulmanes, estos últimos orientados hacia la Meca. Este histórico cementerio se sitúa en la calle Fray Julian Garcés y se puede acceder a él de manera gratuita.

Las tiendas históricas

Hay una serie de tiendas en Zaragoza (Casa Gavín, Montal o Fantoba) que podrían estar en una lista de los mejores comercios centenarios conservados en España, y darlos a conocer es fundamental para asegurar su supervivencia. Son uno de los mejores símbolos de aquellos años de finales del siglo XIX y principios del XX en los que Zaragoza crecía a toda velocidad, mirando al futuro y pensando en grande.


Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión