"Intento que mis libros tengan ritmo y un lenguaje directo, como la radio"

El escritor y periodista Miguel Mena presentó nueva novela en el Teatro Principal.

Miguel Mena
"Intento que mis libros tengan ritmo y un lenguaje directo, como la radio"
Luis Rabanaque

'Alcohol de quemar' (Tropo) es la nueva novela de Miguel Mena, un texto que se inspira en un suceso real ocurrido en 1991 en el que se establece una tensión entre la venganza y el olvido. El autor presentó su libro este miércoles, en el Teatro Principal, junto al actor y fotógrafo Luis Rabanaque. 


La historia de su nueva novela aborda un suceso real que conecta con otro hecho similar en EE. UU...

El suceso del que parto tuvo lugar en Cervera de la Cañada, un pueblo de la provincia de Zaragoza, en 1991. Murieron cuatro personas en un incendio tras una discusión absurda. Fue durante las fiestas: dos jóvenes, en medio de la borrachera, provocaron un incidente en la puerta de una casa, luego echaron gasolina y la quemaron. Años después, leí una autobiografía de James Ellroy en la que contaba una cosa que le había impresionado mucho en su adolescencia, idéntica a la que ocurrió en Cervera de la Cañada, pero en un bar: unos borrachos molestando a la gente en un bar, los echan, vuelven con gasolina le pegan fuego y mueren seis personas. La coincidencia de dos sucesos tan parecidos es lo que me llevó a pensar en una historia que, aparte de los sucesos, trata de lo que se puede llegar a hacer borracho y de las diferentes maneras que la justicia tiene de evaluar este tipo de cosas.


¿Hasta qué punto es ficción su novela?

En el libro es real el suceso, el paso por los tribunales. He reproducido fielmente las sentencias, los cumplimientos... pero los personajes son de ficción, al igual que los topónimos Madevera y Medina. No es un ensayo, sino una novela.


Para un escritor y periodista, ¿las mejores historias son aquellas en las que la realidad supera la ficción? ¿El periodismo es constante fuente de inspiración literaria?

Abiertamente, sí. Muchas de las cosas que he escrito están basadas en cosas que he conocido por mi trabajo. Este fue un suceso que todos los medios de comunicación tratamos ampliamente. Las hemerotecas me inspiran mucho. Pasar por ellas y repasar sucesos antiguos me aporta abundante material a la hora de escribir.


En su libro reflexiona sobre la venganza, el olvido, el dolor, la búsqueda de identidad pero ¿cual es el tema que predomina sobre todos ellos?

El punto de partida fue algo que también había vivido a través del programa de radio 'Estudio de Guardia'. Es sobre todo dos cosas: los sucesos que se provocan de manera absurda y, algo que siempre me ha llamado mucho la atención, la gente que vive con un sentimiento de injusticia. Así lo entendí con la familia que padeció este suceso en el pueblo de Zaragoza pero también a través de muchos otros casos que conocí en 'Estudio de Guardia', sucesos muy diferentes, relacionados con accidentes de tráfico o cosas parecidas. En la vida cotidiana hay mucha gente que vive con el sentimiento de que la justicia ha sido injusta con ellos y viven con esa humillación. Eso está muy presente en la novela.


'Alcohol de quemar' sale pocos meses después de su anterior novela 'Foto movida'. Da la sensación de que cuando publica uno de sus libros ya tiene el siguiente bajo el brazo...

No, esto ha sido casualidad. En realidad, este libro estaba escrito antes y se iba a publicar con anterioridad pero decidí retrasarlo. Me costó encontrar el tono porque tenía tanta documentación que llegué a pensar en hacer un ensayo, en contar la historia real de los personajes, con entrevistas, pero al final me incliné por la ficción. Ha sido una casualidad que los dos libros salieran este año pero en realidad llevaba trabajando en 'Alcohol de quemar' diez años.


Es un autor consolidado pero, ¿cómo encuentra un locutor su voz literaria?

La encuentro acercándome lo más posible a la locución de radio. Intentando que los libros tengan un poco lo que tiene que tener un programa de radio: un cierto ritmo, una cierta amenidad y un lenguaje sencillo, accesible y bastante directo. Mis primeros libros no eran así pero al final me he ido acercando más al trabajo de la radio y creo que ya he encontrado, más o menos, mi tono imitando lo que hago en la radio. Esa es mi voz.


La temática de su literatura es algo heterogénea...

Supongo que será porque escribo lo que me apetece en cada momento. Se me mete una historia en la cabeza y esa es la que llevo. Y también a lo mejor tiene que ver con la radio, en mi programa empiezo hablando de un tema y luego sigo con otros diferentes, donde toco un poco todos los palos.


Decía en su libro 'Micromemoria' que no le gustan los niños en la radio... ¿es usted un Hitchcock de las ondas?

Lo que decía es que siempre que puedo huyo de entrevistar a niños porque sus respuestas suelen ser “sí”, “no” o encogimiento de hombros, que es la peor en la radio. Con todo el cariño hacia la infancia, huyo de ellos. Son un encanto pero no para hablar por la radio.


Es un gran conocedor de Aragón, aunque usted es madrileño ¿Se quiere más a esta tierra siendo de fuera?

Creo que la miro de otra manera, con menos prejuicios que la gente de aquí, valorando más determinadas cosas. A veces voy a sitios en los que me quedo fascinado, en algunos pueblos hay quien me dice: “Bah, pero si eso es un secarral”. Y de repente veo un paisaje que me impacta. No lo sé, lo ves con ojos distintos, descubriendo de otra manera las cosas.


¿Existe algún rincón de Aragón que no conozca o que le gustaría visitar?

Comarcas, las conozco todas. Pueblos, me deben faltar como mucho 30 o 40 municipios. No he subido al Aneto ni creo que suba, pero sí a Monte Perdido. Creo que me quedan sitios muy particulares, muy pequeñitos pero prácticamente conozco todo. Primero, porque me gusta, porque es el entorno que tengo más cerca y también porque por mi trabajo durante años me ha venido muy bien. Me sigue viniendo bien. Sobre todo me divierte, me gusta ir a descubrir sitios, pueblos...


Su obra literaria también ha calado en el cine con el corto documental 'Un dios que ya no ampara' y la película 'Bendita Calamidad'. ¿Cómo se adapta su literatura al lenguaje cinematográfico?

Gaizka Urresti, que es quien ha adaptado las dos obras, parece que ve que los libros se acercan claramente a los guiones. Como soy de frase de corta, no meto muchas descripciones y hay bastante diálogo, hay algunos libros que se adaptan con bastante facilidad. Puede que el lenguaje cinematográfico tenga influencia en mí. De hecho, algunas personas me han dicho de 'Todas las miradas del mundo'. parece un guión desarrollado.


Otra de sus facetas en el cine es la de actor, aunque en su último papel está un poco verde...

(Risas) No soy actor. Desde COU, que hice 'Luces de bohemia', no he vuelto a hacer ninguna interpretación. 'Un dios que ya no ampara' es un documental en el que la cámara me seguía y no actuaba. Y en 'Bendita calamidad', el director me dijo que iba a hacer un cameo y luego me puso de guardia civil. Bien es cierto que pensaba que sería más fácil, haciendo bulto como Hitchcok, pasando por allí... pero luego me hicieron desmontar un control, que es más difícil de lo que parece, a toda velocidad, y arrancar un Nissan Pathfinder, que nunca había conducido, en cuesta y poniendo la sirena. Ha sido un experiencia muy bonita pero creo que, de momento, voy a dejar la interpretación.


Es un gran aficionado al deporte. ¿Le ayuda en su trabajo?

Me gusta mucho la bicicleta porque me da una cierta disciplina. Cuando vas por ahí le das muchas vueltas a la cabeza y muchas veces pienso en libros. Me gusta mucho andar y la bici, andar horas y horas. Son deportes con paisaje. Para nadar no valdría.


La música también forma parte de su vida. Como locutor y como aficionado vivió en primera persona la efervescencia musical de los 80 en Zaragoza. ¿Nunca le tentó ser músico?

No. Imposible. Tengo dos cosas que me incapacitan como músico: muy mal oído y muy mala coordinación. Un músico tiene que manejar la mano izquierda y la mano derecha haciendo cosas distintas y eso para mí es increíble. Por eso, a lo mejor los admiro tanto y por eso me ha gustado tanto la música. Uno de mis vicios ahora es digitalizar mis vinilos en el ordenador. Con eso me paso las horas muertas, pero hacer música, imposible.


Le encanta jugar con las palabras pero, ¿alguna vez le han jugado las palabras una mala pasada?

Alguna vez. Hace años, en 'Estudio de Guardia', saludé a una persona, y al momento le dije 'Adiós'. O cuando hacíamos musicales y me equivoqué de nombre de manera disparatada al presentar a un artista. Me ocurre más escribiendo que en antena o hablando.