Joh Eliot Gardiner: "La música no debe ser un objeto de museo: para mí es un organismo vivo"

El británico, que fundó hace 25 años la Orquesta Revolucionaria y Romántica, regresa hoy a la sala Mozart (20.15, de 25 a 60 euros, Ibercaja) con obras de Beethoven y Berlioz

John Eliot Gardiner, director de la Orquesta Revolucionaria y Romántica, vuelve a Zaragoza.
Joh Eliot Gardiner: "La música no debe ser un objeto de museo: para mí es un organismo vivo"
Matthias Baus

Veinticinco años son muchos, pero dice usted que han pasado a velocidad de vértigo. ¿Qué siente al mirar atrás?

Orgullo, y mucho. Vértigo, también, pero solo por la velocidad del calendario. La verdad es que me encanta comprobar la evolución de la orquesta en estos años, y el modo en el que se afronta ahora el repertorio que llevamos en la gira de aniversario, que traemos también a Zaragoza. 

Beethoven y Berlioz: palabras mayores. ¿Qué resulta más especial de ambos en manos de la Orquesta Revolucionaria y Romántica?

Hay muchas orquestas que han interpretado a uno y otro a la perfección, que han sabido sacar lo mejor de la música hecha en todo el siglo XIX, pero nuestro credo es el fuego, la pasión. Además del elevado nivel técnico que perseguimos todos los componentes de la orquesta, creo que mostramos un compromiso absoluto con la obra y nos centramos en dar lo máximo en la interpretación.

¿De dónde surge su especial predilección por estos dos genios de la música?

De la adolescencia, especialmente Berlioz. En uno de mis primeros recitales me tocó interpretar varias varias obras suyas y ahí entendí que quería dedicarme a esto. Fue su talento uno de los que encendieron mi vocación. En cuando a Beethoven, poco hay que añadir a la grandeza de su repertorio.

Ha hablado usted de pasión y compromiso, de entusiasmo y seriedad en dosificación perfecta. Las pruebas de selección para entrar en su orquesta deben ser complicadas...

Se trata ya de un hábito para mí. ¿Sabes? Elegir es sencillo cuando sabes lo que quieres obtener de un músico en el escenario: notas enseguida si es o no es candidato a la Revolucionaria y Romántica. La orquesta es muy cosmopolita, tenemos gente de todo el mundo. En Zaragoza contaremos con Ann Hallenberg, soprano sueca que está con nosotros desde hace poco, y que ha supuesto una agradabilísima sorpresa: tiene una voz extraordinaria, un timbre perfecto y mucha calidad en su desempeño sobre el escenario.

¿Cómo anda el aporte español? Hay cuatro, no está mal, ¿eh? Pero también tenemos músicos de varios países escandinavos, holandeses, alemanes, italianos, franceses, húngaros... y un inglés con la batuta, entre muchos otros. La diversidad va con la naturaleza de la orquesta. 

¿Qué frase resumiría la visión de la orquesta, si tuviera que presentarla en una reunión de potenciales mecenas?

Muy fácil: no abordamos la música como un objeto de museo. Para la Orquesta Revolucionaria y Romántica y para mí, la música es un organismo vivo. Eso significa que debe sonar fresca, inmediata, cercana a la audiencia. Queremos hacerles vibrar, generar una empatía real con quien ha venido a escucharnos. Las piezas que tocamos deben conservar su magia y sonar al mismo tiempo como si fueran nuevas, actuales. 

¿Sigue habiendo sitio para el espíritu revolucionario en el mundo de hoy? ¿Cuáles son los nuevos enemigos de un espíritu libre?

Nunca pensé en enemigos concretos, pero sí encuentro diariamente cosas lamentables. Hay mucho ruido alrededor nuestro, mucho artificio, lo que supone una devaluación de las propuestas artísticas. Cuando la música no es fresca, ya sea por rígida o por robótica, suele ser mala. Se mata el placer de crear e interpretar. 

¿Y en lo referente a las trabas sociales, más allá de la creación?

Hay muchas barreras políticas para el desarrollo de las libertades humanas. En demasiados lugares del planeta hemos de lamentar la opresión, el desprecio a los derechos elementales. En la orquesta tratamos de hacer un canto a la libertad con cada proyecto, en cada recital. Creo que es muy necesario que todos hagamos esfuerzos individuales para obtener bienes comunes. 

La gira del vigesimoquinto aniversario les ha llevado por todo el mundo. Recientemente actuaron en México por primera vez, con Susan Graham como voz invitada... ¿Cómo fue el contacto con el público latino?

Lo primero de todo, extraño debido a la altitud de México DF, pero pronto olvidamos ese dato. La audiencia estuvo magnífica: me encantó ver a tanta gente joven y entusiasta. Llegas de Europa acostumbrado a un público de más edad y te encuentras a un montón de chavales pensando que este señor mayor que está en el escenario es ‘cool’... ¡Es algo muy bueno para el ego!

Usted ya conoce la sala Mozart. Los piropos a este espacio, que cumple ahora 20 años, suelen centrarse en la acústica. ¿Comparte esa opinión?

Por supuesto, creo que es la tercera o cuarta vez que vengo, y sin duda está entre los mejores auditorios de España, quizá de Europa. Además de la acústica, me encanta la disposición del escenario en relación con la platea:muy cercana, perfecta para nosotros.

¿Cuál es el próximo reto?

Diez días después de actuar en Zaragoza, vamos a grabar un documental para la BBC en Londres. Luego iremos a Leipzig para dar tres conciertos, con un repertorio distinto:Brahms, Schumann y Mendelssohn.