Óscar Hernández: "Esta profesión pierde el romanticismo, y algunos pueblos, sus salas"

Dos generaciones curtidas en la técnica del séptimo arte

Generoso y Óscar Hernández, delante de un proyector portátil de 35 mm
Óscar Hernández: "Esta profesión pierde el romanticismo, y algunos pueblos, sus salas"
josé Miguel Marco

A sus 79 años Generoso Hérnandez puede presumir de tener el carné 204 en España de operador de cámara, título que obtuvo en Madrid. Fue proyeccionista en los Escolapios, luego en el Elíseos o en el Palafox para terminar montándose su propia empresa, en la que el sueño del cine lo compatibilizó, "para poder vivir", con otros servicios de electricista, como la reparación de lavadoras y televisores (estos últimos, incluso, los fabricaba). Impartió cursos y fue un pionero de las proyecciones de cine al aire libre (una iniciativa de la Filmoteca de Zaragoza) y en un sinfín de los pueblos de Aragón.


Su hijo Óscar Hernández sigue sus pasos al frente de la empresa Servoeléctrico cinematógrafo. "Desde pequeñajo acompañaba a mi padre cada vez que podía. Cuando tenía 8 años me dejaba vigilando la máquina en Cariñena, una sala que fue de su propiedad, y mi ilusión era que se rompiera para poder dar la luz y pulsar el timbre que le avisaba", recuerda. Es imposible enumerar los pueblos que se han recorrido. "Es más fácil decir dónde no hemos trabajado que dónde lo hemos hecho", coinciden ambos.


Generoso Hernández atesora un rosario de anécdotas increíbles. Desde aquella ocasión en "la que durante media hora estuvimos intentando reparar un aparato hasta que descubrimos que la lente de cinemascope que utilizábamos estaba tapada" hasta esas veces "en las que dedicaba más de una hora a repasar y empalmar una película para que en la sesión se partiera tres veces".


Aunque también hizo sus pinitos con la digitalización, defiende la calidad de proyección del material fotoquímico. Una de sus joyas personales es una colección de un centenar de películas en 35 mm, "medio millar de rollos que están almacenados", entre las que se queda con ‘La máscara del zorro’ de Antonio Banderas.


Para Óscar Hernández el analógico tiene los días contados cuando se trata de películas de estreno y comerciales. Su empresa vendió e instaló el último proyector de 35 mm, "se van a acabar convirtiendo en piezas de museo y colecionista", hace dos años en Nonaspe. "Esta profesión está perdiendo el romanticismo y los operadores, excepto en los grandes cines. Además se corre el riesgo de que pequeños pueblos tengan que dejar de proyectar por no poder asumir la reconversión".