Una travesía circular por la Sierra de Guara

Eduardo Viñuales Cobos es un enamorado de la montaña. Es naturalista, fotógrafo y observador de las estaciones. Publica ‘Trekking de la Sierra y Cañones de Guara’ (Sua) donde propone un trayecto circular en 10 etapas de 17 kilómetros

duardo Viñuales pugna con las aguas del barrancode la Peonera.
Una travesía circular por la Sierra de Guara
ESTEBAN ANIA

Eduardo Viñuales Cobos (Zaragoza, 1971) ha convertido la naturaleza en una de las razones de su vida. Es paisajista, estudioso de la flora y fauna de Aragón, aventurero y viajero. Pertenece a esa estirpe de naturalistas y amantes del Pirineo formada por Severino Pallaruelo, Enric Satué, José Luis Acín, el malogrado David Gómez Samitier, etc. Es un andariego y un apasionado de la fotografía. Aragón no tiene demasiados secretos para él: ha trabajado sobre el Pirineo en general, Ordesa, le apasionan los ibones, las pardinas, las cordilleras montañosas, los barrancos y también es un enamorado de la laguna de Gallocanta. Uno de sus mejores libros se titula ‘Los bosques de Aragón’ (Prames, 2009). Se acerca a montes, choperas, serranías o montañas con alma de poeta: le gusta mirar, sentir, oler, abandonarse. 


Acaba de publicar en el sello bilbaíno Sua uno de esos libros donde se funden la aventura y la información. ‘Trekking de la Sierra y Cañones de Guara. Diez jornadas a pie por las sierras centrales del Prepirineo’. Entre otros lugares, este trayecto comprende muchos pueblos y lugares –Belsué, Nocito, el impresionante barranco de Mascún, Rodellar, Alquézar, Cañón del Vero, Vadiello–, abundante patrimonio, parajes asombrosos, árboles monumentales como la Olivera de Nadal y un montón de leyendas.


Recuerda el autor que Guara «es un Parque Natural de grandes dimensiones, en unas montañas agrestes repletas de senderos que, hace ya muchos años, trazaron y siguieron las gentes de estos pueblos», localidades que desde hace algún tiempo se hallan deshabitadas y abandonadas; solo conservan restos de casas, paredes hundidas, los escombros de la memoria y del tiempo. 


Señala: «Guara es un sitio sorprendente. Esta montaña está llena además de parajes, barrancos, ermitas, pueblos y rincones que requieren tiempo y dedicación si uno desea afirmar que conoce bien la sierra, este mundo sin igual de agua y roca». La propuesta de su libro es un recorrido en círculo de 175 kilómetros a lo largo de diez etapas, lleno de datos prácticos, altitudes y descensos, accesos para los coches, destinos cercanos, observatorios, pero también de esa literatura intensa y contagiosa de quien disfruta del campo y lleva un cuaderno para apuntar accidentes naturales, incidencias y sensaciones. «Con este libro y sus descripciones, el viajero se adentrará en rincones maravillosos, algunos tan fantásticos y sorprendentes que parecen fabricados a golpe de capricho, con sus estrechos pasillos fluviales, sus fuentes de agua limpia, sus jardines silvestres…, y con peñas, mallos o agujas de piedra que apuntan hacia el cielo azul», insiste.


Cada trayecto finaliza y empieza en un lugar donde es posible alojarse, «en un hotel, una casa rural o un refugio de montaña». El autor también quería proponer un itinerario cercano, una aventura específica, que esté cerca de casa. ‘Trekking’ es sinónimo de viaje con dificultades, de ruta ardua, de travesía, por extensión. Dice Viñuales: «Hay quien se va al Himalaya, a los Alpes o al Alto Pirineo para hacer un trekking. Y a veces no hace falta irse tan lejos y tan alto para descubrir los grandes espacios de la geografía, del silencio y la paz. He diseñado este trekking para la ocasión. Su trazado aprovecha muchos caminos ya indicados y balizados sobre el terreno, como el Sendero Histórico o GR-1, los Caminos Naturales del Somontano y la Hoya de Huesca, los Senderos del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara. Otras veces tocará seguir veredas ya casi olvidadas. En algunos tramos, los menos, ha sido inevitable tener que recurrir a pisar el asfalto de las carreteras. La aventura está siempre a la vuelta de cualquier recodo del camino».


La primera etapa va de Belsué a Nocito, y ahí nos encontramos con el santuario de San Úrbez, «al que acuden romeros y peregrinos de toda la sierra de Guara»; el excursionista francés Pierre Mienvielle escribió en los años 50 que «Nocito recordaba a una especie de Tombuctú». La segunda etapa va de Nocito a Bara, que propone «adentrarse en las frondosidades del barranco de la Pillera». La tercera va de Bara a Las Almunias de Rodellar; Viñuales dice que antes de llegar a Rodellar, «el senderista camina bajo las curiosas formaciones geológicas del barranco de Mascún, lugar de leyendas y de misterio», que hacen pensar en los mundos de Poe; aquí el autor aprovecha para evocar a los pirineístas que anduvieron por Guara: Briet, el conde Saint Saud, Albert Lequeutre, los Minvielle o Tissandier. 


La cuarta ruta va a Alquézar; el viajero pasa «por aguas turquesas, cuevas, agujas de piedras, bosques con madroños, abrigos de pinturas rupestres», y así se llega a ese pueblo alzado y fascinante de calles empedradas y de miradores. La quinta etapa, opcional y de ida y vuelta, va de Alquézar a Colungo. La sexta de Alquézar a Bierge y se pasa por Radiquero, y se recuerda su famosa Noche de las Ánimas de cine. Ahí se exalta el olivo como árbol de la paz y se evocan los viñedos del Somontano. La séptima etapa de va de Bierge a Santa Cilia de Panzano, que es territorio de muladares de los buitres leonados. El octavo tramo lleva a Vadiello, «de esbeltos mallos». La novena etapa conduce hasta San Julián de Banzo, «afamado antaño por los caudalosos manantiales de aguas de gran pureza». El ‘trekking’ concluye donde había empezado, en Belsué; el último tramo constituye «un final feliz», con grandes alicientes como el legendario salto de Roldán. El canto de las aves despide al senderista.