Fernando Gil Villa: “La poesía me da el único placer que es leve y no deja rastros de culpa”

El Catedrático de Sociología de Salamanca, ensayista, narrador y ante todo poeta, publica ‘Canción de entretiempo’, un extenso poemario en dos tiempos, que ganó el III Premio Álvaro de Tarfe

Retrato del ensayista, narrador y poeta de Ejea, Fernando Gil Villa.
Retrato del ensayista, narrador y poeta de Ejea, Fernando Gil Villa.
Carmen Borrego.

Fernando Gil Villa (Ejea de los Caballeros, Zaragoza), es catedrático de Sociología en la Universidad de Salamanca. Ha publicado diversos ensayos, entre ellos ‘Nihilistas’ (2009) y ‘La sociedad vulnerable’ (2016), libros de relatos como ‘Sociedad en crisis: puro cuento’ (2011) y diez libros de poemas; este mismo año ‘Reparación del fuego’ y ahora ‘Canción de entretiempo’ (Ápeiron:#Col. Clavileño), premiado con el III Premio Álvaro de Tarfe.

Su obra poética es extensa y variada. ¿Cómo nace en usted la poesía? Da la sensación de que brota de la realidad, de la observación, de la intuición...

Nace de una mirada de extrañeza. El estudio de la gente y del mundo durante años no consigue borrarla. Solo queda expresarla.

¿Qué le da la poesía, que le permite explorar?

Me da el ‘único placer’, ese que es leve y que no deja rastros de culpa. También es mi ‘único y definitivo’ juego, ese que te permite soportar una vida que racional e irracionalmente es muchas veces insoportable.

Dice que un poema suyo se compone de lenguaje, pensamiento y secreto. ¿En qué dosis?

En una fórmula que se rehace en cada composición. Esto podría dar que pensar que no hay fórmula en realidad, pero sí que la hay. Lo que sucede es que algo o alguien te sopla la nueva contraseña en cada ocasión. O es falsa, y en ese caso debes tirar el poema a la papelera. Lo que está claro es que cuenta siempre con esos tres ingredientes. La lectura de un poema que no los tiene me acaba aburriendo.

¿Cómo ha surgido ‘Canción de entretiempo’? ¿Qué buscaba?

No surgió como libro. En realidad es el material de dos libros que fundí porque en las bases del concurso pedían 1.500 versos como mínimo. No obstante, la coherencia de un poemario es para mí relativa. En eso coincido con Jaime Gil de Biedma, la coherencia está en el poema no en el poemario.

Cita a poetas, filósofos. ¿Son sus poetas favoritos, por ejemplo, Emily Dickinson y Fernando Pessoa?

Estos dos son homenajeados y desde luego son de mis favoritos. De los contemporáneos tengo como referentes a José Ángel Valente, Aníbal Núñez, José Agustín Goytisolo o Eduardo Lizalde, por poner algunos ejemplos.

¿Qué estación o región mental es el entretiempo?

De niño escuchaba a mis padres o a los sastres hablar de prendas de entretiempo. Hoy no. Tal vez porque todo tiende a polarizarse y radicalizarse, desde el clima a la política. Pero la poesía nos permite vivir, afortunadamente, en un tiempo medio. El poeta atraviesa océanos de tiempo, como dice Bram Stoker en esa bellísima frase de su ‘Drácula’, con un final que me permito modificar en el poemario. Un océano de tiempo solo puede ser un entretiempo, una mezcla de momentos de signo opuesto que hemos tenido que encarar para sobrevivir.

¿Cuál es su relación con el lenguaje y el juego de palabras, que lo usa a menudo para distorsionar un refrán, una frase hecha, etc.?

Si la poesía es juego, un juego serio, solo puede serlo gracias al lenguaje. Si no juegas con el lenguaje no accedes al mundo secreto, no puedes reencantar el mundo.

Usted es sociólogo. ¿Cómo conviven la enseñanza y la poesía?

En parte son dos hemisferios opuestos. Lo bueno que tiene practicar los dos es que se compensan. Como la poesía es extrañamiento, te vacuna contra la soberbia del conocimiento científico acumulado.

Si no juegas con el lenguaje no accedes al mundo secreto, no puedes reencantar el mundo.
 
¿Qué vínculos mantiene con Aragón, con Ejea, su localidad de origen?

Allí nací. Allí está toda mi familia. Allí compone mi ‘alter ego’, mi hermano el músico. Allí pasé buena parte de mi infancia y juventud. Allí está el depósito de memoria involuntaria y de vocablos y expresiones que configuran todo un mundo y que me asaltan constantemente. Algo que no padezco, sino que disfruto.

Fernando Gil Villa: “La poesía me da el único placer que es leve y no deja rastros de culpa”

TRES POEMAS

PALABRA INCENDIARIA

Estás ardiendo, palabra,

como siempre y en todo lugar.

Por eso hasta la más ingenua

de tu especie se queja de su existencia.

Y siempre irrumpes:

en explosión si dicha

o callada en implosión,

pero provocas siempre un incendio

que acaso apaga otra palabras

al acudir a la escena del crimen

por curiosidad.

*****

INTIMACIÓN

Género en que consiste

el arte de deslizarse

un cuerpo bajo el otro,

como pluma seca primero

llovida del gozo después,

irremisiblemente

arrastrada por el desfiladero

de las costillas,

junto al canto rodado de la palabras

-testigo o sedimento-

antes de perderse sin querer

queriendo en la urgente hendidura

de siempre para

siempre.

*****

ATARDECER EN BAIONA

Te amo a ti, figura sedente

que en la playa silente

de la tarde

parece que apagas el fuego del sol

soplando entre tus manos.

Te amo a ti, figura temprana

en mi olvidado horizonte

de la isla de mi vida,

si te haces eco del quejido

de gaviotas que narran no solo este día

porque no tienen más garganta para recordar.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión