Arte en Calanda por amor a la Jota y los tambores

El pintor aragonés Manuel Monterde ha convertido su casa de Calanda en un homenaje al baile aragonés y a los instrumentos de la Pasión turolense.

El precioso mural de la parte superior de la casa de Manuel Monterde, dedicado a la jota de Calanda y su rondalla. Monterde fue músico en rondalla durante varios años.
El precioso mural de la parte superior de la casa de Manuel Monterde, dedicado a la jota de Calanda y su rondalla. Monterde fue músico en rondalla durante varios años.
M. M.

Cuando Manuel Monterde habla de Calanda se le quiebra la voz y le brillan los ojos. Es tal el amor que siente por la tierra de su esposa, que no encuentra las palabras para hablar de su música, de su jota, tambores y paisajes. "Nací en Zaragoza, pero Calanda es más que el pueblo de mi mujer, es también un espacio al que quiero y admiro". Y ese gran amor por la localidad turolense del Bajo Aragón llevó a Mariano a plasmar en los muros de su casa diferentes escenas calandinas, relacionadas con la jota, con los tambores y tradiciones. Profesor de proyectos en la Escuela de Arte, y en la Escuela Superior de Diseño de Zaragoza desde su fundación hasta su jubilación, encontró en la calle del Barranco un lienzo urbano donde ya son nueve los murales decorados con motivos típicos de Calanda.

¿Por qué una pared, por qué no un lienzo? Monterde ya ha expuesto en diversas ocasiones, en Zaragoza en 1972, en la sala de Ibercaja, y en el año 1985 en la Lonja, en una muestra repleta de dances y bailes de Aragón. Pero en Calanda quería hacer algo diferente, "porque es un pueblo que me ha dado mucho, quería aplicar otras técnicas, hacer algo distinto", explica. El proyecto empezó hace unos años, con un homenaje a la jota y los tambores. Cuadrillas tocando instrumentos y danzantes que sin embargo no duraron mucho tiempo en ese soporte, ya que la humedad hizo estragos y parte de la obra cayó al suelo. "Había que empezar de nuevo, esta vez con una pared ya tratada, para que los murales puedan resistir", señala el artista.

Si algo caracteriza a Manuel Monterde es su capacidad de innovar con materiales, de crear posibilidades y ofrecer soluciones imaginativas. Para arreglar las humedades era necesario incluir un material con silicato en la pared y eso complicó sobremanera la posibilidad de realizar un mural, "porque con ese soporte no había otra que pintar también el mural con otra pintura de silicato. Y eso da dos problemas: con esa superficie no pintas encima, sino que pintas por dentro, el color queda integrado en la pared. El segundo reto era conseguir los colores adecuados y con la pintura de silicato no es fácil. Yo quería plasmar el color morado en las túnicas, el tono de la Semana Santa de Calanda, pero no podía mezclar los tonos adecuados para conseguirlo, así que tuve que recurrir a fenómenos ópticos, a modificar toda la gama de alrededor para que el tono de la túnica parezca el morado". Y de fondo, el color melocotón de Calanda.

En movimiento

En la reconstrucción del primer mural, Monterde volvió a homenajear los tambores y la jota, y lo amplió con una composición que ocupa la totalidad de la planta baja, "con estos temas que, por sí solos, poseen una personalidad y plasticidad impresionantes, pero que unidas se potencian. Todo ello presidido por nuestra Virgen del Pilar". Y en ese fondo rítmico sorprende la capacidad de Monterde de captar el movimiento de la jota, de manera que no plasma ni el inicio ni el final de un paso de baile, sino un punto intermedio que lleva al espectador a sentirse en mitad del movimiento.

Y por si fuera poco el mural inferior de la casa, este pasado verano se añadió un conjunto en lo alto de la fachada. Según explicaba Monterde a los compañeros de la revista ‘Kolenda’ de Calanda, "es una técnica mixta, carboncillo, lápiz conte, sanguina, ceras, acuarelas y tela esmeril". Porque en la parte superior, en lugar de estar pintado sobre fachada, los murales se crearon en otro soporte para ser más tarde fotografiados digitalmente y reproducidos. La imagen, después, se puso sobre una planta de aluminio y se aplicó un filtro solar para evitar el daño de la luz, ya que en la parte superior el astro pega todo el día y mataría pronto los colores.

Así, ahora en cada fachada hay un tema distinto: en una predomina la jota y, en la otra, los tambores y bombos. "Ahora los vecinos de la calle me piden que haga más. Ya son nueve las viviendas que cuenta con murales míos. Todas en la calle del Barranco". Y se han convertido en un atractivo turístico.

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