Un viaje periodístico a las contradictorias realidades de la inaccesible Angola

Sandra Lario y Ana Baquerizo recogen en una exposición las facetas de Luanda, la ciudad más cara del mundo. Hasta el 2 de febrero, en la Casa de las Culturas.

Sandra Lario y Ana Baquerizo, en la Casa de las Culturas.
Un viaje periodístico a las contradictorias realidades de la inaccesible Angola
Toni Galán

Una estancia en Portugal puso a Ana Baquerizo en la senda hacia Angola. El país africano fue colonia de nuestros vecinos peninsulares y, en la actualidad, es un país que hasta el pasado agosto llevaba 38 años bajo el mismo presidente, Eduardo Dos Santos, y con sus hijos dirigiendo los principales organismos estatales (una de ellas es la mujer más rica de África). Las elecciones del verano de 2017, a las que por primera vez se presentó (y ganó) un nuevo candidato (del mismo partido), fueron el gancho definitivo para animar a Baquerizo a hacer una incursión periodística al país. Una empresa en la que la acompañó la también periodista y fotógrafa Sandra Lario.

Los casi tres meses que pasaron en Angola no fueron, sin embargo, lo más complicado del proyecto. De auténtica "odisea" califican ambas las exigencias para lograr el visado, en un país muy reticente a aceptar ‘testigos’ extranjeros y que dedica la mayor parte del presupuesto a espionaje (con casi la mitad del país menor de 15 años y lacerantes bolsas de pobreza).

Casi al límite consiguieron las zaragozanas el salvoconducto hacia Angola, sin apenas trabajo de campo ni contacto previo con los locales por temor a ser interceptadas por los servicios de vigilancia.

El principal centro de operaciones de las periodistas fue Luanda, la capital, lugar de residencia de la inmensa mayoría de la población y donde se reflejan las paradojas de un país con enormes brechas sociales y donde tanto los más pudientes como los pobres se sientan sobre bolsas de petróleo (principal fuente de ingresos del país) y viven rodeados de riquezas naturales.

Sin embargo, esa riqueza no se explota o está pésimamente repartida. El partido en el poder ha desplegado desde hace más de 40 años una enorme red clientelar, que deja de lado a los que no están bajo su paraguas. El país carece de industria y casi todo lo que se consume es importado, con lo que Luanda es actualmente la ciudad más cara del mundo.

Sin embargo, en medio del caos y de las diferencias sociales, hay una lógica organizativa y, sobre todo, funciona la solidaridad.

Contrastes y retratos

Ese es el mensaje principal que quiere transmitir la exposición fruto de este viaje, ‘Crónicas de Luanda. La ciudad más cara del mundo’, en la que Baquerizo y Lario van de lo general (el contraste entre las zonas más modernas de Luanda y sus suburbios, llamados ‘musseques’) a lo particular, con retratos e historias personales que desafían los tópicos que a Occidente llegan del continente africano. Las periodistas han hablado con líderes feministas, presas políticas, activistas por los derechos transgénero, fotógrafas o profesoras de universidad. También con las ‘zungueiras’, vendedoras ambulantes y médula espinal de la economía doméstica y cuya actividad es ilegal a ojos del Gobierno. A menudo son golpeadas y víctimas de abusos.

Frente a esta cruda realidad, surge la solidaridad, que en Angola tiene un nombre: kixikila. Se trata de una especie de ‘bote’ que los trabajadores ponen de su sueldo para destinarlo periódicamente a quien más lo necesite.

La exposición puede verse hasta el 2 de febrero en la Casa de las Culturas (Palafox, 29, Zaragoza).

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