Che y Moche representa 'El funeral' en la sala Galve

La compañía ha hecho casi mil funciones con este musical lleno de vitalidad, humor e interpretación en directo

Teresa Polyvka durante su actuación con el violín.
Teresa Polyvka durante su actuación con el violín.
Archivo Che y Moche

“No está bien que lo digo yo que soy parte implicada, pero creo que no se valora en su justa medida lo que ha significado y significa ‘El funeral’ para el teatro aragonés: hemos realizado alrededor de 1.000 funciones y hemos estado en Cuba, Francia, el Reino Unido, Ucrania, etc., y por supuesto por toda España. Acabamos de volver de Castilla-León y a la gente le encanta”, dice Joaquín Murillo, uno de los directores de la compañía Che y Moche, adscrita al Teatro de las Esquinas.

Murillo, además, es uno de los cuatro músicos del país imaginario del este, Galaspi, que recorren el mundo, desde hace quince años al menos, rindiendo homenaje al abuelo Dimitri, que fue violinista y era un auténtico virtuoso. Los músicos que le evocan son primos y se acompañan de diversos instrumentos: Teresa Polyvka toca el violín y encarna a su discípula más dilecta, y además es la arreglista de las músicas que suenan. Fran Gazol toca la batería; Kike Lera y David Ardid se alternan, un día uno, un día otro, con las guitarras, y el propio Murillo usa su saxofón. ‘El funeral’ ha vuelto a los escenarios estos días: en este caso a la sala Luis Galve, del Auditorio, a las 20.00, hasta el día 30.

“Este espectáculo surgió en el Pilar de 2003 como banda de animación musical de la programación del parque Pignatelli. Lo estrenamos en sala en 2006 y desde entonces no ha cesado de crecer y de establecer hilos de complicidad con cada país. Es una función mixta, en la que Teatro Che y Moche se siente muy cómoda. Es uno de esos ejemplos donde los músicos son actores y donde los actores son músicos. Esencialmente es un musical, y en cierto modo la música forma parte de la trama, pero también hay un pequeño argumento: el abuelo Dimitri tenía carisma, tocaba de maravilla, perdió un brazo, le colocaron otro de ortopedia y luego tocó algo peor. Y todos los personajes tienen sus pequeñas historias. Yo, por ejemplo, soy el primo más viejo”.

‘El funeral’ es exigente con los músicos y los actores. Antes de visitar cada país estudian el folclore y aprenden algunas canciones que el público suele demandar en los bises. “La música tiene una procedencia plural: Rumanía, Bulgaria, Ucrania, los Cárpatos, Rusia, etc., que Teresa acomoda; a veces improvisamos. Al final, el público nos pide cosas de su país. La recepción, por lo general, es estupenda. En La Habana, por poner un ejemplo, fue impresionante”, señala Murillo.

Aunque se celebra a un muerto (imaginario), en un prolongado funeral, la obra es alegre, divertida, está llena de ritmo y de vitalidad. “Contiene humor e ironía. La muerte nos une a todos. Es un trasfondo común; de distintas maneras todos celebramos a nuestros muertos”, añade Joaquín Murillo, que trabaja ya en la nueva función de Che y Moche, que codirige con Mariángeles Pueo: ‘Las cuatro estaciones ya no son lo que eran’, otro musical basado “en la deconstrucción de la obra de Antonio Vivaldi que está llevando a cabo Teresa Polykov”. ‘El funeral’ puede verse estos días, hasta el 30 incluido, en la sala Galve del Auditorio. Las sesiones comienzan a las 20.00.

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