¿Qué piensan los artistas aragonesesdel premio Velázquez de las artes?

Arranz, Broto, Cerdá, Gay, Fortún, Pablo Rico y Desirée Orús analizan la importancia del galardón y la trayectoria de Concha Jerez.

Concha Jerez, premio Velázquez de 2017, en una instalación en Berlín.
Concha Jerez, premio Velázquez de 2017, en una instalación en Berlín.
Archivo de Pablo Rico.

“El premio Velázquez a la canaria Concha Jerez me parece muy bien -dice el pintor aragonés José Manuel Broto, desde Mallorca-. He leído lo que dice y tiene razón. Los artistas no hemos estado respaldados por nuestros políticos: hemos vivido y vivimos en el desamparo”. Broto, igual que algunos otros creadores aragoneses, respeta la trayectoria “rigurosa y sólida” de esta mujer que ha seguido una senda propia con riesgo, “que ha dado clase y que ha dejado su magisterio en las aulas”. Pepe Cerdá coincidió con ella en los años años, “con poco más de 20 años”, en una jornadas de Arte y Medioambiental en Cabueñes, donde ella realizó una de sus instalaciones. “Y luego los dos hemos seguido caminos muy distintos -dice-. Me parece respetable la opción del jurado”.

Ignacio Fortún, que expone ahora en la Lonja una retrospectiva de más de 70 lienzos, dice que “no había oído hablar de ella. Cuando oí su nombre supuse que pertenecería al ámbito del arte conceptual. Uno no llega a todo”. Santiago Arranz acaba de regresar de Nueva York, porque prepara un gran proyecto sobre García Lorca, y explicaba que “la conozco. Coincidimos hace años en la colectiva ‘Pintar palabras’, que comisarió el aragonés Pablo J. Rico. Luego no he seguido con mucha atención su carrera”.

Jorge Gay declara que “no la he seguido en exceso” pero que le parece adecuado el galardón, “como lo fue en 2014, cuando lo recibió Esther Ferrer. Un premio así es un estímulo, pone en valor una trayectoria, da visibilidad a esos artistas que siguen su propio camino. Y aquí hablamos de gente próxima al grupo ZAJ y a Fluxus. Todos los caminos son válidos: en el fondo, los creadores andamos por caminos paralelos y buscamos hallar un poco de luz en las ideas o excavando en la tierra. Es estimulante que el jurado mire en distintas direcciones”.

Concha Jerez tiene diversos vínculos con Aragón. El comisario de exposiciones Pablo J. Rico, zaragozano que ha trabajado en Mallorca y en México, fue comisario de varias exposiciones suyas en Alicante, Mallorca, Vitoria, Berlín y Nueva York. Así lo cuenta desde Ciudad de México: “He sido su comisario en dos grandes exposiciones y la he seleccionado en diversas exposición nacionales e internacionales -dice-. Concha Jerez ha sido una resistente. Se ha movido internacionalmente casi sin medios; sus instalaciones sonoras, multimedias y conceptuales son muy personales y originales. Y además es una mujer sobria y rigurosa, excepcional, una mujer coraje. Yo que he trabajado con tantas artistas sé lo que es eso. Abandonar muchas cosas”.

Rico matiza: “Concha Jerez no ha hecho un trabajo, digamos, femenino o que representará eso que se llama arte femenino o feminista. Su arte. Sus cosas, no son nada amables”. La historiadora y crítico de arte Desirée Orús tiene una mirada positiva: “Es una artista minoritaria pero muy intensa, muy actual. Le gusta defender su trabajo, mostrarlo, está muy conectada con las nuevas tecnologías, trabaja el vídeo. Y ha estado varias veces en Zaragoza: en el Pablo Gargallo, en 1997, en el Centro de Historias”.

¿Tienes sentido, cumple alguna labor el premio Velázquez, que está dotado con 100.000? Pablo Rico, que estuvo en el jurado el año en que ganó Pablo Palazuelo, dice: “Es el premio a toda una vida y a una línea de trabajo consistente. La mayoría de los ganadores, entre ellos varios latinoamericanos, tenían más de 70 cuando se los concedieron. Es un honor. No un pretexto para una nueva promoción en el mercado”. Desirée Orús recuerda que se han premiado trayectorias incuestionables, pero que también se ha fijado el foco sobre artistas un tanto minoritarios.

¿A quién se lo darían ellos? Ignacio Fortún piensa en Cristino de Vera, Chema Madoz y Guillermo Pérez Villalta; Jorge Gay elige a Perejaume y al aragonés Fernando Sinaga; José Manuel Broto mira hacia su compañero José María Sicilia y hacia Miquel Barceló; Pepe Cerdá pensaría en artistas “insensibles al sistema”; Pablo Rico elige algunos latinoamericanos, como los mexicanos Francisco Toledo y Gabriel Orozco. Santiago Arranz piensa que es un premio muy politizado, y él se lo daría a Teresa Margoles, el colectivo Los Carpinteros o ViKMuniz, en el orbe latinoamericano; a Barceló, “es increíble que no tenga este premio”, a Susana Solano, a Miquel Navarro y Juan Uslé, entre los españoles. Desirée Orús se queda en la obra en madera, de raíz humanista, de Francisco Leiro. Y también hay otros que son indiferentes al premio. Eso sí, varios coinciden en señalar a Jaume Plensa, el escultor de ‘El alma del Ebro’ como un estupendo ganador. Venció en 2013.

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