El FIZ de Amaral llena a una semana del Pilar la Multiusos

Los zaragozanos fueron el reclamo por primera vez del gran festival musical que se celebra anualmente en su ciudad.

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El FIZ de Amaral llena a una semana del Pilar la Multiusos
Francisco Jiménez

El Festival Independiente de Zaragoza resistió durante años con mucho éxito y casi en solitario como oferta de alguna enjundia, en lo referente a la escena musical que le da apellido, entre la nadería imperante en las fiestas del Pilar. Las cosas han mejorado algo y en los días grandes de la ciudad ahora se pueden encontrar –rebuscando, eso sí– algunas gemas ‘indies’ que satisfarán al aficionado. Pero el FIZ mantiene su lugar, conservando intacto el tirón popular en su ya decimoséptima edición, y anoche llenó de nuevo la sala Multiusos con unas 4.500 personas. Había varias razones en su cartel, incluidos los británicos Morcheeba, pero una de incomparable peso sobre las demás: Amaral, en las postrimerías de su gira ‘Nocturnal’, volvía a tocar en casa.

El espacio polivalente del Auditorio ya había registrado una muy buena entrada en la víspera con otro festival, el Mestiza, que calienta también el Pilar a una semana del pregón. Ayer le costó desperezarse y cuando a eso de las 19.30 se subía al escenario el grupo oscense Kiev Cuando Nieva, una de las mejores realidades del pop aragonés de los últimos tiempos, el respetable apenas comenzaba a llegar. Con Triángulo de Amor Bizarro, luego, se fue animando la sala; lástima que la acústica imposible de la misma penalizará a los gallegos e imposibilitara adivinar los matices entre su murallón guitarrero.

Con Sidonie aquello ya parecía definitivamente lo que era: un festival, con todo lo que tiene de experiencia divertida, compartida y liberadora. Los barceloneses han atesorado un apreciable cancionero entre el pop y la psicodelia y, resultones como siempre, manejaron los resortes para conectar con el público. Este quedó, pues, dispuesto para el gancho internacional de la noche: Morcheeba, uno de los grandes del trip hop de los noventa, que mantiene, varias rupturas y reencuentros después en su formación, su habilidad para las cadencias negras y amatorias. El sonido también lastró su actuación, con gran parte del público a otras cosas, aguardando el gran reclamo de la noche.

Esperado encuentro

Y por fin era la hora de Amaral. El dúo zaragozano, con un cuarto de siglo de historia y siendo aún un superventas, lleva un tiempo arrimándose a la escena independiente entendida en sentido amplio, tanto autoeditándose los discos como frecuentando varios de sus principales festivales nacionales, y la convergencia con el FIZ, que siempre busca asegurarse el llenazo, tenía que llegar. Juan Aguirre y Eva Amaral salían al escenario pasada ya la medianoche, dispuestos a servirse de toda su artillería sonora y escénica, esgrimiendo su último disco, revisando antiguas composiciones y con un estreno prometido: la canción ‘Hijas del cierzo’ dedicada al Zaragoza Club de Fútbol Femenino.

Aún quedaba luego, hasta bien avanzada la madrugada, tiempo para el hedonismo bailable de La Casa Azul y para la electrónica de Yall, además de los DJ desplegado tanto en el escenario principal como en el bar de la primera planta, el espacio denominado FIZ Club. El próximo año, más, y con el festival celebrando la mayoría de edad.

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