Adiós al Licenciado Vidriera, clásico de la noche zaragozana

Tras casi 30 años abierto, el bar de la zona del Casco cerrará sus puertas el próximo 28 de enero al venderse el edificio donde se encuentra.

Juanjo Hervías y Mario Meneses, propietarios del Licenciado Vidriera.
Juanjo Hervías y Mario Meneses, propietarios del Licenciado Vidriera.
Toni Galán

Han sido casi, casi 30 años. Desde que en la Nochevieja del año 1987 abriera sus puertas, el Licenciado Vidriera se ha convertido en un clásico de la noche zaragozana. En santo y seña de los bares del Casco y ejemplo de supervivencia de los tiempos gloriosos de la zona. Pero 2017 será el año del adiós de este veterano pub, situado en el chaflán entre la calle del Temple y la plaza del Justicia. En 2014, terminó su alquiler de renta antigua y, desde entonces, sus dueños, Juanjo Hervías y Mario Meneses, sabían que era cuestión de tiempo que el edificio se vendiera.


Cosa que ha sucedido y supondrá, contra su voluntad, la clausura del Licenciado Vidriera. Será el próximo sábado, 28 de enero, y sin grandes alharacas. A Juanjo cerrarlo le da "una tristeza enorme". Por eso no quiere "grandes homenajes". "Pero sí que haremos un vermú torero con amigos, clientes y familia, sin hora y a lo que surja", anuncia.


Para Hervías, su bar (que toma el nombre de una de las novelas ejemplares de Cervantes) es toda una vida. "Mi hijo comulgó cuando lo abrimos y ahora me ha dado una nieta", dice con emoción.


Juanjo cuenta que por el Licenciado Vidriera (el Licenciado, a secas, para la mayoría) "ha pasado mucha gente". "En el bar se han hecho muchas parejas e incluso ahora viene gente que me cuenta que sus padres se conocieron en él". No obstante, Juanjo cree que el Licenciado tiene entre su clientela una de las medias de edad más altas de la zona, heredera de su larga trayectoria. "El bar abrió en una época en la que la noche era muy bohemia", rememora. "En Madrid se había vivido la Movida y aquí en Zaragoza era algo así como la ‘postmovida’", dice. Entonces, en el Licenciado Vidriera sonaba, sobre todo, música española y rock. "Y se trabajaba todos los días", indica Juanjo. "La gente salía lunes, martes, miércoles... Todos los días. Eran profesionales de la noche", apostilla.


Al calor del éxito del Licenciado Vidriera (al que acudía también mucha clientela de fuera de Zaragoza), Hervías y Meneses abrieron pared con pared La Cucaracha, que puso de moda los machacados (que luego, a su vez, también se servían en el Licenciado Vidriera junto a sus quemadillos y mojitos). Después llegó el Manolo la Nuit.


A juicio de Hervías, el "secreto" de mantener negocios de hostelería nocturna tan longevos reside en, primero, "que hemos sido dos socios que nos hemos llevado muy bien". Una relación que se mantiene y ha sido heredada por los hijos, que ahora se encargan también del negocio familiar. Igualmente, en "haber estado abiertos todos los días, no solamente los fines de semana". Y haber "estado siempre al pie del cañón, disfrutar con el trabajo, de manera que hemos hecho amigos entre los clientes, que no venían tanto al bar sino a vernos a nosotros".


A pesar del cierre del Licenciado Vidriera, Juanjo Hervías es optimista y augura un buen futuro para la zona del Casco. En los últimos meses han abierto, por ejemplo, tres negocios nuevos en la zona: Mandanga de la Buena (calle Contamina), Tony Wilson (calle del Temple) y La Platería (calle Manifestación). "Yo creo que en el último año y medio está remontando", opina Juanjo, quien anda buscando nuevo emplazamiento para el Licenciado, aunque "la normativa es ahora demasiado estricta". "Si cambiara, sobre todo en lo que concierne al aforo, podríamos trabajar mejor", concluye.

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