La sofisticación de los mochicas del antiguo Perú, en Zaragoza

La muestra integra un centenar de piezas de esta cultura que invita a conocer la cultura precolombina instalada entre los años 100 y 800 d.C.

Exposición de arte Mochica
Exposición de arte Mochica
José Miguel Marco

La muestra 'El arte mochica del antiguo Perú. Oros, mitos y rituales', integrada por un centenar de piezas de esta cultura, invita en Zaragoza a conocer la sofisticación de esta cultura precolombina instalada entre los años 100 y 800 d.C. en los valles y desiertos de la costa norte de este país sudamericano.


Estas piezas, cerámicas, joyas, objetos ceremoniales de metales preciosos, textiles, además de objetos de uso ritual de madera, piedra, concha y hueso, todas ellas pertenecientes al Museo Larco de Perú, se exhiben desde mañana en Caixaforum Zaragoza, donde se podrán contemplar hasta el 12 de febrero.


El director del Museo Larco, Andrés Álvarez-Caldarón, ha explicado, durante la presentación de la muestra, que "muchas veces cuando se piensa en el Perú antiguo se piensa directamente en los incas", pero ha explicado que esta civilización simplemente era la que gobernaba cuando llegaron los españoles, eran "la foto del momento".


Los incas, ha continuado, llevaban gobernando solo 150 años antes de la llegada de Pizarro, mientras que en Perú había "alta cultura" desde el 3.000 antes de Cristo y es una de las seis cunas de la civilización -junto a Egipto, Mesopotamia, China, India y México-, la única en el hemisferio sur, uno de los muy pocos lugares en los que los seres humanos deciden juntarse de forma administrativa y religiosa y formar ciudades.


Los mochicas eran una sociedad agrícola, como se ve en la mayor parte de las piezas, en las que cobran especial protagonismo tres tipos de animales: las aves, las serpientes y los felinos (en este caso el puma y el jaguar).


Estos se asocian a los tres espacios fundamentales de los que dependen estas sociedades: el "mundo de arriba", simbolizado por las aves, donde está el sol, la lluvia y las estaciones climáticas; el "mundo de abajo", encarnado por la serpiente, también de los muertos, con la tierra, donde germinan las semillas y nace la agricultura; y el "espacio de encuentro", donde viven los seres humanos.


No se trata únicamente de símbolos, ha insistido el director del Museo Larco, sino de narrativas, ya que en las imágenes que aparecen en los distintos objetos normalmente ceremoniales "están pasando cosas".

Destacan las representaciones de cerámica de varios productos agrícolas, como la patata o la yuca, que servían como ofrendas funerarias para el tránsito hacia el "mundo de las muertos".


En estos objetos aparece también la antropomorfización del felino o incluso animales mitológicos en forma humana que aúnan a los tres sagrados, como símbolo del "hombre todopoderoso" que gobierna este mundo en interacción con los otros dos.


La actividad agrícola también se refleja en el interés por la fertilización, con varias figuras que representan escenas sexuales de distinto tipo, y en los diferentes rituales para la lluvia, el buen clima o que la Madre Tierra fertilice.


Entre ellos, Álvarez-Calderón ha destacado el del sacrificio, donde la sangre de prisioneros era ofrecida a los mundos de arriba y de abajo, tal y como reflejan varias imágenes.


Sacrificios que se llevaban a cabo pasado el invierno una vez comenzada la primavera y que no son ajenos a otras civilizaciones, incluso en las fechas, como ejemplificaría la Semana Santa en la cultura cristiana, ha concluido.


Entre las actividades en torno a la muestra, el 27 de octubre, día de la inauguración, el director del Museo Larco impartirá una conferencia inaugural.


Los días 9 y 16 de noviembre tendrán lugar nuevas conferencias sobre la cultura mochica, el 23 del mismo mes se proyectará un documental y, por último, el 30 se celebrará una conferencia con "show cooking" sobre la gastronomía peruana.


La exposición es la primera de una serie sobre civilizaciones antiguas -que se completará con sendas muestras sobre la dinastía Ming en primavera y sobre la Europa medieval en verano- y permanecerá en Caixaforum Zaragoza hasta el 12 de febrero de 2017.

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