¿Dónde estaba cuando se produjo el golpe de Estado?

Estaba con mi mujer y mi hijo en Estambul. Llegamos tres días antes para visitar a la familia. Ese día, estuvimos cenando con mi hermana y luego fui a echar gasolina y vi en la televisión que se había producido el golpe.

¿Y sintió miedo o alivio?

Tuvimos miedo por si había disparos porque estábamos en un hotel justo detrás de la sede del partido de Erdogan y la gente rodeó a veinte militares. Pero al principio en mi interior me alegré si era un golpe de los militares y no del islamista Gulen, porque no me gusta. Al presidente se le llama el sultán o profeta porque tiene todo controlado.

¿Los turcos conocían el golpe?

Hay mucha gente que no iba a participar, pero sí lo conocía. A las cuatro de la tarde, los servicios secretos avisaron al jefe del Estado Mayor del Ejército de que había movimiento entre los militares y era una señal del golpe de Estado. Y nadie hizo nada o bien hicieron la vista gorda: el jefe de los servicios secretos se fue a dormir y los generales de tierra, aire y mar, a una boda. Erdogan se enteró por su cuñado que le avisó de que salían muchos tanques de un cuartel en Estambul, porque estaba al lado de su casa.

¿Y esperaban una respuesta así, de revancha de Erdogan con los seguidores de Gulen?

Era más que una revancha. Gulen fue amigo de Erdogan y parece Bin Laden para los americanos cuando lo usaron contra los rusos. Es un islamista que está como asilado político en Estados Unidos, donde le llaman ‘el profesor’ y tiene mano en todos los gremios en Turquía, desde los militares hasta muchas fábricas. Es como una secta. El Gobierno de Erdogan lo permitía porque eran amigos, pero luego le cortó la financiación pública para sus miles de colegios en todo el mundo (desde África hasta Rusia), a los que pagaban hasta unas olimpiadas. También cerró un periódico de Gulen.

Erdogan ha amenazado con instaurar la pena de muerte frente al deseo de entrar en la UE

No creo que lo haga. Es muy difícil que lo apruebe el Senado, aunque él lo desee. La Unión Europea lo dejaría fuera y no le conviene a la economía. Erdogan quiere ser de la UE, pero poniendo sus condiciones como musulmán y ahora puede presionarles con el acuerdo sobre los refugiados. Pero tiene que cumplir las reglas de Europa y adaptarse.

¿Qué Estambul ha encontrado?

Un Estambul cada vez más cerrado. No hay nada de turismo. Es la primera vez que no veo un autobús de turistas en la zona de la mezquita de Santa Sofía. En el restaurante que tuve allí dábamos 300 comidas diarias, pero esta vez solo vi dos mesas con doce personas, que eran turistas árabes, y estaban contentos. Cuando salimos de vuelta a Zaragoza el día 26 de julio (el golpe fue el 15), el aeropuerto de Ataturk estaba vacío y nunca lo había visto así en mi vida. No vi ni una fila. En el mostrador de la agencia Turkish Airlines había cinco chicas que se dedicaban a jugar con mi hijo para entretenerle.

¿Qué va a pasar con los miles de detenidos en Turquía?

Hay 60.000 personas que han sido detenidas; 15.000 de ellas ya están metidas en las cárceles y ya no caben. Un primo mío que es funcionario de prisiones me dijo que van a sacar a los que tienen penas de tres años y los hacen presos condicionales para que quepan los arrestados ahora. Detuvieron a un hombre que llevaba un boli que ponía Gulen y eso no es democracia. El último golpe de Estado que tuvimos fue en el año 80 contra partidos de izquierdas, socialistas y comunistas. Ahora, este golpe va a suponer un retroceso de quince años. Erdogan cambió al primer ministro que se acercaba a Europa (Ahmet Davutoglu) porque no le hizo caso.

¿Acertó viniéndose a Zaragoza?

Sí, solo vuelvo a Turquía para ver a la familia. Tengo un hijo de dos años (Deniz Leo) y no voy a nacionalizarlo turco porque no tiene futuro. Mi mujer es turca, pero quiso volver antes a Zaragoza para no sufrir más miedo en Estambul.